viernes, 26 de diciembre de 2014

¡Viva Jesús en nuestros corazones!

La expresión "Viva Jesús en nuestros corazones", junto con su respuesta: "¡Por siempre!", es el santo y seña de la familia lasaliana, según indica en uno de sus artículos la actual Regla de los Hermanos (68.a).
Acaba de ver la luz un documento que explica algunos detalles de la historia de esta expresión tan querida por los lasalianos. Su lectura aclara bien algunas cuestiones...

Quienes estén interesados en leerlo lo tienen AQUÍ.



lunes, 15 de diciembre de 2014

¡Acordémonos!

Acordémonos 
de que estamos en la santa presencia de Dios
¡ADORÉMOSLE!

Una expresión muy querida por todos los lasalianos, corazón de su espiritualidad.
Un clásico de nuestra familia, completado e interpretado por un grupo musical de gran sensibilidad. 
Para no perdérselo...
Para ver y oír el vídeo, pinchar aquí.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Nicolás Barré (1621-1686)

Precursores de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (12)

Nicolás Barré nació en Amiens en 1621. Estudió con los jesuitas de su ciudad natal, destacando por sus dotes intelectuales y también  —cosa curiosa—  por su habilidad manual. Atraído por la vida religiosa, decidió ingresar, no con sus preclaros maestros ignacianos, sino en la Orden de los Mínimos[1], que por aquel tiempo tenían prestigio como penitentes, contemplativos, predicadores, estudiosos y apóstoles. De hecho, el joven Barré se formará en el reputado convento que su Orden tenía en la plaza Royal de París, llegando a ser allí profesor de teología y, más tarde, también bibliotecario. Se dice que fue uno de los primeros en inscribirse en la asociación de oración por la catequesis que organizó el Padre Bourdoise en san Nicolás del Chardonnet. En estos años parisinos de dedicación al estudio, el Padre Nicolás predica con frecuencia a los laicos terciarios de su Orden, a los que les suele inculcar una preocupación caritativa por los pobres, invitándoles a hacer algo en su favor. Nos hallamos, pues, en un medioambiente espiritual y apostólico típicamente tridentino.

En 1659, siendo ya un religioso de amplia experiencia, Barré es trasladado a Ruan, donde desempeñará diferentes ministerios. Tres años más tarde, predicando una misión popular en Sotteville, por aquel entonces pueblecito cercano a Ruan, el Padre Nicolás se refiere a la triste condición de los niños pobres del barrio, que no saben nada de catecismo porque nadie se lo enseña. En realidad, por aquellos años en Ruan no existía más que un monasterio de ursulinas, para gente bien, alguna escuela mixta para pobres, de organización y funcionamiento más o menos regular, y las catequesis del asilo de la ciudad, orientadas a los huérfanos e indigentes allí recogidos. El Padre Barré, con su homilía, buscaba fondos para promover escuelas para pobres, y también voluntarios que desearan comprometerse en la solución de tan triste situación. Al final de aquella misa le esperan algunas voluntarias, ningún hombre. Con ellas organizará allí, en 1662, la primera escuela gratuita para niñas pobres[2]. La obra irá cobrando fuerza y al año siguiente Barré está en condiciones de abrir varias escuelas femeninas más en distintos lugares de la ciudad de Ruan. Aprovechando el ímpetu de las maestras y las instalaciones escolares, el Padre Barré impulsará la catequesis no solo durante los días de clase, sino también en domingos y en días festivos. Este catecismo se impartía en las mismas aulas de las escuelitas según un método bastante original, impregnado de las inquietudes tridentinas[3].

Como organización concreta de las escuelas, las maestras de Barré seguirán, con cierta libertad  —mejorándolas, sin duda[4]—, las indicaciones de La escuela parroquial, a las que incorporarán el trabajo manual, de la misma manera que acabaría proponiendo Carlos Démia en Lyon. Atención particular se prestará a los horarios, con una reglamentación escrupulosa del tiempo escolar, a los registros de ingresos y ausencias de los alumnos, a ciertos planteamientos propios de la enseñanza simultánea, a la utilización de libros comunes, fichas y carteles para las paredes, a una la mayor presencia del francés en la escuela, a la dulcificación de la disciplina, etc.

Como apoyo financiero del proyecto, cuenta con las aportaciones de varias señoras de la alta sociedad; entre ellas una remense, viuda de un rico comerciante, que ha experimentado una repentina conversión y está dispuesta a darse por entero, junto con sus bienes, a los pobres. Nos referimos a la Señora de Maillefer, que está lejanamente emparentada con los canónigos remenses Roland y De La Salle, y acabará teniendo una participación significativa en la fundación de las primeras escuelas lasalianas en Reims. El año 1670, la Señora de Maillefer financiará la fundación de una escuela para niñas pobres, de la red de Barré, en Darnétal, cerca de Ruan.

El ritmo de vida y de trabajo que llevaban las primeras maestras de Barré es impresionante. Según relata una de ellas, “éramos cuatro o cinco Hermanas, totalmente entregadas a la divina Providencia, sin estar en comunidad, sino dispersas. Dos se encargaban de la escuela de la calle de los Carmelitas y otras tres de la casa de la Señora de Grainville. El Padre Barré venía de vez en cuando para dar conferencias y nos indicaba cuál debía ser nuestro régimen de vida. Nuestros ejercicios espirituales estaban regulados. Dábamos clase desde las ocho hasta las once. Luego llevábamos a las niñas a misa. Eran unas ciento treinta, a veces más. Desde las doce hasta las dos nos quedábamos con las mayores. Les enseñábamos a leer y el catecismo. Luego nos dedicábamos a las pequeñas, hasta las cinco. Después íbamos por las casas, para instruir a la buena gente”. Además, los domingos y fiestas impartían catecismo.

Hermano Josean Villalabeitia




[1] Fundada en Italia, hacia 1435, por san Francisco de Paula. Si los hijos de san Francisco de Asís se llamaban a sí mismos ‘Hermanos menores’, los discípulos de Francisco de Paula, que compartían espiritualidad franciscana, querían ser todavía más humildes, por lo que se llamaron ‘Hermanos Mínimos’. Desaparecieron de Francia con la Revolución Francesa; hoy son algo más de un centenar en todo el mundo.
[2] A pesar de haber conocido en Ruan escuelas para niños pobres que eran mixtas, el Padre Barré concebirá su obra con una estricta separación de sexos, tanto en niños como en adultos: escuelas para niñas regidas por maestras y escuelas para niños dirigidas por maestros.
[3] “Hablar poco y preguntar mucho […] vivir lo que se enseña”.
[4] Rigault afirma que “en cuanto a los métodos pedagógicos de Barré, en lo que se puede juzgar a partir de sus Estatutos, son más modernos que los de La escuela parroquial y se parecen a los de Démia y Pedro Fourier”. En otro momento, no obstante, reconocerá que la estructuración de las maestras de Barré, “esa organización jerárquica, esa autonomía del Instituto enseñante, unidas a la estabilidad del personal, marcan un destacado y definitivo progreso sobre el sistema de Démia”.

martes, 25 de noviembre de 2014

La Salle es todo esto

Un vídeo muy breve  -y muy dinámico-  que concluye con la siguiente frase: "La Salle revolucionó la más poderosa de las tecnologías, la educación, porque es ella la que trabaja con la más poderosa de las materias primas: la persona".


Digno de dedicarle un par de minutos... Aunque, pensándolo bien, a esta presentación tan vistosa, ¿no le estarán faltando algunos aspectos esenciales del proyecto lasaliano?

Tú tienes la respuesta. Tienes el vídeo AQUÍ.


martes, 18 de noviembre de 2014

Hijos de un tsunami olvidado

Al servicio de los más pobres por la educación


Diez años están a punto de cumplirse del tsunami que azotó las costas del sudeste asiático. Fue el maremoto más mortífero del que se tiene noticia en la historia, con 210.000 víctimas en once países. El más afectado de todos fue, sin duda, Tailandia.

A consecuencia de tsunami, unos 300 niños quedaron huérfanos en el nordeste de este país, sin que ni el gobierno ni sus familias pudieran hacer gran cosa por remediar la situación. Eran hijos de personas que trabajaban en el sur de Tailandia, zona turística, en la hostelería o la construcción, y fueron atrapados allí por el maremoto.

Habiendo llegado a oídos del Hermano Víctor Gil esta situación, este Hermano de La Salle se puso manos a la obra para intentar solucionar de la mejor manera posible este dramático problema. Y lo hizo al estilo lasaliano: intentando asegurar una educación en condiciones para todos los huérfanos.

Contó para ello con la ayuda de unas religiosas tailandeses, las Hermanas Amantes de la Cruz, y de la ONG lasaliana española Proyde.

En dos videos se nos van a contar las peripecias del proyecto: cómo surgió, en que consistió y qué resultados ha dado. Son los propios protagonistas quienes narrarán sus historias, la evolución de sus vidas, sus sensaciones en estos momentos.

Un bello ejemplo de colaboración apostólica interreligiosa e intercongregacional, en una tierra arrasada por un tsunami del que pocos se acuerdan ya. Hay, con todo, algunas personas que, por distintos motivos, nunca podrán olvidarlo.

domingo, 9 de noviembre de 2014

La estrecha conexión Barré-De La Salle

Precursores de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (11)


Beato Nicolás Barré
Cuando trata sobre el Padre Nicolás Barré y su relación con la fundación del Instituto de las Escuelas Cristianas, Blain, el principal biógrafo de De La Salle, no tiene la menor duda: “Si el santo Mínimo [Barré] no tuvo ante los hombres la gloria de haber realizado esta institución [de las Escuelas Cristianas], sí la tuvo, sin duda, delante de Dios, pues de hecho fue el primero que concibió el proyecto, el primero que lo planificó y el primero que trabajó en él”. Según Rigault, el propio “Señor De La Salle, concluyendo sus años terrestres en San Yon, en el suburbio ruanés de San Severo, no se privaba de repetir a quienes le rodeaban cómo las obras de Ruan habían suscitado las de Reims, cómo él mismo había solicitado y seguido los consejos del Padre [Barré] para comprometerse a fondo en su propio camino”. Y, como para justificar su opinión, Rigault añade a continuación un comentario nada gratuito: “Evidentemente, a los Hermanos les gustaba recordar, con Blain, todo lo que tenía que ver con su Congregación en la historia de la capital normanda”.


Pero la influencia no se habría producido únicamente en los aspectos exteriores. Según Blain, el Padre Barré tuvo por aquellos primeros años de la fundación lasaliana una influencia trascendental en la vida espiritual de Juan Bautista, de modo especial en aquellas opciones heroicas que le encaminaron de manera definitiva hacia la opción por las escuelas y a compartir su vida con los maestros, “ya que fue el Padre Barré quien le inspiró el espíritu y las máximas con las que debía guiarse; él quien le sostuvo en las dificultades y contradicciones que encontró; él quien le sugirió los consejos heroicos de abandonar la canonjía, de despojarse de su patrimonio, de distribuirlo entre los pobres, de fundar sus escuelas solo sobre la pobreza evangélica, y de abandonarse él mismo y los suyos a la divina Providencia. En una palabra, fue el Padre Barré quien arrojó en el alma del Santo Fundador las semillas de esta sublime perfección que admiramos”. O, por afirmarlo con aún más rotunda nitidez, “fue él quien animó al Señor De La Salle a comenzar su Instituto y quien le dirigió en esta empresa”.
Pensionado La Salle - Ruan

En otro momento de su obra, Blain adopta una visión algo diferente, aunque también relaciona estrechamente a ambos protagonistas con una obra que, a la postre, resultaría trascendental: los institutos de maestros caritativos que animaban esas escuelas populares. Solo que, en esta ocasión, el biógrafo ruanés distribuye los papeles: “El reverendo Padre Barré, Mínimo, y el Señor De La Salle fueron los primeros que pensaron en establecer Institutos consagrados exclusivamente a la instrucción caritativa y a la educación cristiana de los niños pobres y abandonados. El primero lo consiguió para las niñas; el segundo para los niños. Y estos son los dos tipos de Institutos según los cuales se forman otros”.

En otro momento, respondiendo a una autopregunta retórica, el canónigo Blain se plantea la existencia de precursores de las obras apostólicas escolares de Barré y De La Salle, y hasta se anima a citar algunos: “¿Es cierto que la Institución de las Escuelas Cristianas es tan reciente? Si se contemplan las circunstancias, lo reconozco: es de fecha reciente. Son el reverendo Padre Barré, Mínimo, y el Señor De La Salle los que parecen ser sus primeros autores. Si se les quiere dar un origen más antiguo en Francia, se encontrará un esbozo en los establecimientos de las religiosas Ursulinas, en las instituciones de las Hijas de Nuestra Señora, de la Señora de Lestonac, de las hijas de nombre parecido fundadas por el Señor Fourier, párroco de Mataincourt, y en fin, las Damas Grises, que deben su nacimiento al Señor Vincent y a la Señora Le Gras”. Interesante colección de experiencias previas, a tener en cuenta, sin duda. Aunque, al final, como no podía ser menos, el canónigo ruanés concluya defendiendo reiteradamente su tesis: “Si se examina en su profundidad, en relación con su objeto y su principal fin, no hay nada más antiguo” que las Escuelas Cristianas de Barré y De La Salle; el primero para chicas y el segundo para chicos”.

Ruan (Francia)
¿Hasta qué punto es todo esto tal como lo cuenta Blain, y Rigault con él? ¿No se habrá extralimitado el primitivo biógrafo lasaliano en su loa al Padre Barré, cuyo prestigio en Ruan, ciudad en la que Blain estuvo incardinado la mayor parte de su vida, era muy alto? ¿No se dejaría llevar por aquella corriente popular de simpatía hacia el santo Mínimo, hasta exagerar su influencia sobre el joven canónigo de Reims? No hay que olvidar, por otra parte, que Blain conoció a De La Salle en sus últimos años de vida, y hasta podría considerársele como uno de sus amigos; tenía, por ello, sobradas razones para conocer en profundidad el alma del anciano Fundador[1].

En definitiva, es posible que haya algo de cierto en todas nuestras suposiciones. Pero lo que no se puede poner en duda es la influencia, mayor o menor, que ejerció sobre De La Salle el pensamiento espiritual y las obras apostólicas puestas en pie por iniciativa del santo Mínimo, influencia que llegaría hasta Juan Bautista a través de algunos amigos comunes, como Roland y Nyel, y también mediante el encuentro personal y el intercambio epistolar, por más que no nos quede constancia material de este último.

Hermano Josean Villalabeitia





[1] El Hermano Saturnino comenta la intervención del canónigo Blain en la cabecera del moribundo De La Salle, para tratar de aclarar el delicado problema de la suspensión de sus facultades como sacerdote, que se gestaba en el arzobispado contra el fundador de los lasalianos. Blain, buen conocedor del tema por ser uno de sus protagonistas, lo cuenta al detalle, pero no ha quedado ningún registro documental más sobre el incidente, por lo que nada concreto se ha llegado a saber en firme. De cualquier manera, da la sensación de que Blain, más que gestionar, como un funcionario diocesano más, un asunto oficial del arzobispado, lo que hace es preocuparse por resolver las dificultades de un amigo personal.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Hermanos de La Salle en Cuba

Testimonio del Hermano Luis Franco Aguado sobre sus 24 años en Cuba, desde el discernimiento con el Hermano Superior General de la época hasta los últimos tiempos, pasando por todos aquellos años de presencia en Cuba.

En el testimonio del Hermano Luis, destaquemos los abundantes e inolvidables "regalos" que se trajo de aquellas tierras caribeñas.

El testimonio completo lo tenéis AQUÍ.

sábado, 25 de octubre de 2014

Interesante cajón de sastre lasaliano

Una página web lasaliana en la que se puede encontrar un poco de todo, pero todo muy interesante: canciones religiosas, cantos lasalianos, oraciones, libros, meditaciones, datos, chistes... ¡Todo! Además, siempre de manera muy sencilla de acceder y manejar.

¿Responsables? La comunidad cristiana "Lasallistas con Jesús", de León (Nicaragua). ¡Enhorabuena! Habéis prestado un excelente servicio.

Los interesados la tienen AQUÍ.

jueves, 23 de octubre de 2014

Ambositra, escuelas en red

Con los pobres de Madagascar
He aquí un precioso documental que nos pone al corriente de algunas obras de los lasalianos en favor de los pobres de Madagascar, más concretamente de la Diócesis de Ambositra, en la región central del país. Destaquemos tanto el compromisos de los propios lasalianos malgaches, en unión con todo un ejército de maestros y demás personas implicadas en diferente campos educativos, como la ONG lasaliana española PROYDE que colabora en la obtención de fondos para los proyectos.

VER VÍDEO

lunes, 20 de octubre de 2014

Carta a Malala, Premio Nobel de la Paz 2014

El Hermano Superior General, Robert Schieler, en nombre de todos los lasalianos del mundo, ha hecho pública una carta abierta a la reciente Premio Nobel de la Paz, Malala Yousafzai.

En ella, el Hermano Robert alude a la presencia lasaliana en el país natal de Malala, Pakistán, al tiempo que muestra su admiración por el valiente ejemplo de Malala frente a los intransigentes.

El Hermano Robert comenta favorablemente algunas de las ideas que se atribuyen a Malala en relación con el poder de la educación y la importancia de hacerla accesible a todas las personas.

El Instituto de La Salle comparte todos esos planteamientos, como lo demuestra su compromiso educativo y escolar cotidiano en tantos lugares de mundo, que ha sido reconocido por algunos premios, como el Premio Noma de la Unesco, concedido para destacar el trabajo lasaliano en el campo de la alfabetización.

En realidad, y desde hace más de tres siglos, los herederos de san Juan Bautista De La Salle compartimos el pensamiento que Malala ha hecho famoso en estos los últimos tiempos. No en vano, como indica el Hermano Superior General, la misión lasaliana podría resumirse en la siguiente expresión: "Educar a niños y jóvenes con un profundo respeto a su cultura, su fe y sus valores sociales".

Un espléndido texto que todo lasaliano tendría que conocer. Lo tenéis AQUÍ.


miércoles, 15 de octubre de 2014

Asociados para el servicio educativo de los pobres

Un aspecto clave de la misión lasaliana, y de la vida lasaliana en general, es la asociación para el servicio educativo de los pobres. Y es que todo está en esa expresión: la educación, los pobres, la entrega generosa y gratuita, la asociación... La misión, la espiritualidad, el estilo de los de La Salle, en definitiva.

Los lasalianos, asociados, juntos, por medio de la educación, brindamos posibilidades ciertas para la construcción de una sociedad distinta, más justa, más evangélica, mejor

Esto no es un capricho de los Hermanos de La Salle actuales; se trata de algo presente en nuestra institución desde los primeros momentos de su ya larga historia. De hecho, es una de las claves importantes para explicar como se debe nuestra vida de seguidores de Juan Bautista De La Salle.

La asociación para el servicio educativo de los pobres es el secreto que compartimos todos los lasalianos. Religiosos, seglares, mujeres, hombres, solteros, casados... nos sentimos identificados con este proyecto educativo de transformación del mundo al que Dios nos convoca, en el que Dios siempre nos pide algo más y nos exige caminar junto a los pobres de la tierra para conseguir juntos la liberación, es decir, algo cercano a lo que Jesús llamaba “el Reino”. Los lasalianos nos asociamos para dar respuestas realistas y eficaces a ese enorme reto de lo alto.


De estas y algunas otras cosas nos hablan los Hermanos del Distrito de Argentina y Paraguay en el vídeo titulado “¿Qué es la asociación para el servicio educativo de los pobres?”, que puedes encontrar AQUÍ.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Un triángulo providencial

Precursores de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (10)


La aventura místico-escolar de Juan Bautista De La Salle fue, sin duda, sorprendente, para él y para todos cuantos le rodeaban.

Desde muy pronto parecía evidente su opción por entregarse a Dios mediante el sacerdocio, pero casi todos supondrían, seguramente, que ese no era sino el primer paso de una carrera eclesiástica ambicionada, para tratar de encaminarse hacia un nombramiento episcopal... por lo menos. Así se explica la elección, por parte de Juan Bautista y su familia, de san Sulpicio, el seminario más eminente de la época, a pesar de estar situado en París, lejos de la ciudad natal de De La Salle, y su decisión de estudiar teología hasta el doctorado. Es probable que, en efecto, entre otros objetivos, con esta decisión tratase de ganar puntos para ser considerado un digno candidato a la consagración episcopal...

Pero la Providencia juega sus bazas de manera un tanto incomprensible a los ojos de los hombres, como bien explicó el propio De La Salle en un documento autobiográfico: “Aparentemente, Dios, que gobierna todas las cosas con sabiduría y suavidad, y que no acostumbra a forzar la inclinación de los hombres, queriendo comprometerme a que tomara por entero el cuidado de las escuelas, lo hizo de manera totalmente imperceptible y en mucho tiempo; de modo que un compromiso me llevaba a otro, sin haberlo previsto en los comienzos”. Y es que De La Salle entró en el mundo de las escuelas sin apenas darse cuenta, y, cuando lo hizo, estaba ya tan introducido en ese mundillo que le resultaba del todo imposible, o demasiado violento, echarse para atrás.

De cualquier manera, el primer paso  —inopinado, sin duda—  en dirección al compromiso con los pobres tal vez lo diera el propio De La Salle, en colaboración con su familia, al decidir inscribirse en san Sulpicio, porque allí se concentraba un alto potencial de energía tridentina que, entre otros campos, impulsaba con fuerza el compromiso en favor de los pobres, de la catequesis y de las escuelas cristianas. Y, además, hallándose en París, De La Salle trabaría contacto probablemente con otros movimientos que empujaban en ese mismo sentido, como la comunidad de sacerdotes de san Nicolás del Chardonnet o la de los herederos de Vicente de Paúl, sita en san Lázaro. El paso por san Sulpicio duró poco  —menos de dos años—  pero lo suficiente como para abrirle al joven seminarista una amplia ventana a ese universo, en un momento en que, dada la juventud de Juan Bautista, ciertos planteamientos y experiencias tocarían con seguridad fibras muy íntimas en la persona de Juan Bautista y quedarían hondamente grabados en su interior.

Sin  embargo,  la  cosa  no  quedó  ahí.  Cuando, por razones de imperiosa necesidad familiar —murieron sus padres y tuvo que hacerse cargo de la familia—, Juan Bautista regresó a Reims, el soniquete de san Sulpicio fue cobrando intensidad e insistencia, y terminó por aclarar cada vez con mayor nitidez sus contornos, hasta hacerse perfectamente visible en forma de escuelas para pobres y de maestros. De La Salle había sido captado para la causa. ¿Cómo se produjeron estos hechos? Pues por la mediación directa sucesiva de tres personas entusiasmadas con la misión escolar entre los pobres, tres personas que tuvieron encuentros personales, más o menos intensos, con De La Salle, y que tenían un punto de contacto común en la capital de Normandía: Ruan.

Curiosamente, si de Ruan le llegó al joven canónigo De La Salle la más intensa bocanada apostólica de entre las que le empujaron hacia las escuelas cristianas populares, hacia Ruan partiría también Juan Bautista en el último tramo de su vida, a partir de 1705, para terminar instalando en la ciudad normanda la sede principal del Instituto lasaliano, en san Yon, para ser más precisos. Y Ruan sería, asimismo, la capital que acogería el último aliento del santo sacerdote remense cuando devolvió su vida a Dios, un Viernes Santo de 1719.

Así quedaba definitivamente configurado aquel auténtico triángulo providencial que marcó para siempre la vida del ex canónigo de Reims y del Instituto por él fundado. Los vértices de dicho triángulo habría que situarlos en las tres ciudades claves del itinerario lasaliano de los primeros tiempos: Reims, París y Ruan. Veamos quiénes fueron las tres personas, con raíces profundas en Ruan, que ayudaron a lanzar la aventura lasaliana, y cómo se relacionaron, en concreto, con aquel joven de Reims, recién ordenado sacerdote, que se llamaba Juan Bautista De La Salle.

Hermano Josean Villalabeitia


jueves, 2 de octubre de 2014

Sobre el Hermano Victorino

Los lasalianos cubanos guardan en su memoria el recuerdo de un Hermano excepcional, hoy camino de los altares: el Hermano Victorino, francés de origen pero cubano de adopción.

Un blog se hace ahora eco de un libro que recuerda la memoria del santo Hermano La obra, cuyo autor es el también Hermano Alfredo Morales, apareció en la República Dominicana hace un par de décadas y lleva por título "Hermano Victorino: itinerario evangélico".

Además de mostrar su intensa alegría por la recepción y lectura del citado libro, el autor del blog subraya algunas características de lo que fue la vida y testimonio del Hermano Victorino entre nosotros.

Quienes estén interesados en consultar dicho blog lo pueden encontrar AQUÍ.

El libro en cuestión es fácilmente localizable en Internet.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Poner motor a una barca

El Hermano Fermín Gainza falleció en su Argentina natal hace ahora hace tres años y medio, a la venerable edad de 91 años. Hombre de fe profunda y lasaliano convencido, el Hermano Fermín se dedicó durante largos años, entre otros empleos menos significativos, a la formación de Hermanos; como director del noviciado de su tierra natal primero, y por toda Latinoamérica, e incluso Roma, después.

El Hermano Fermín destacó como poeta, escultor y sobre todo, pintor. De esta última faceta se proponen en esta misma página varias muestras, de las innumerables que se podrían aportar.

Sin embargo, aquí nos vamos a centrar, más bien, en su faceta de poeta. Deseamos destacar, en concreto, una polémica, que no resolveremos en absoluto, por supuesto, pero de la que queremos que quede constancia. Una constancia que, por otra parte, es muy conocida entre sus amigos y personas más cercanas.

Porque, en efecto, circula por ahí, en publicaciones y folletos  -también profusamente en internet-  un bello poema titulado “Educar”. En lo que a su autor respecta, lo habitual es ver indicado que se trata del conocido poeta vasco Gabriel Celaya (1911-1991), un nombre que, ciertamente, dignifica la innegable categoría literaria de los versos, empapados de una extraña capacidad evocadora, así como de hermosas imágenes y metáforas referidas a la educación.

Amigos del Hermano Fermín Gainza y buenos conocedores de su obra, por el contrario, niegan que esa poesía sea de Gabriel Celaya e insisten en atribuir su autoría al Hermano Fermín. Y este sería el objetivo primordial del presente post: dejar bien sentado que, de acuerdo con diferentes indicios, el autor del poema “Educar”  -que proponemos al final de estas líneas-  podría ser el Hermano Fermín Gainza.

Objetivamente, tal vez, parecería que atribuir el poema a nuestro Hermano le quitaría un poco del lustre literario que siempre aporta a cualquier texto una firma famosa. Pero quienes conocieron al Hermano Fermín, quienes saben de la excelsa calidad humana, cristiana y lasaliana que atesoraba su persona, no tienen ninguna duda en asegurar que poner la firma del Hermano Fermín al pie del poema “Educar” supone cargarlo de un impresionante plus de profundidad existencial, confianza en la educación y excelencia humana, cristiana y lasaliana, que en nada desdice de la calidad literaria de sus versos.

A falta de prueba más concluyentes, para los lasalianos de todas partes el poema “Educar” es, pues, una obra lasaliana que debemos atribuir al genio poético del Hermano Fermín Gainza.

Sírvanos, en primer lugar, la lectura del poema “Educar” para traer a nuestra memoria el recuerdo del Hermano Fermín Gainza. Y a continuación, a modo de disfrute de la poesía del Hermano Fermín, y también para poder comparar, en cierta medida, los estilos de ambos poemas, proponemos un segundo poema del que estamos seguros que nació de la mano y el alma del Hermano Fermín, porque apareció manuscrito entre sus objetos personales después de su muerte, y que se podría titular “Los tres ejes de nuestra vida”.


Educar

Educar es lo mismo
que poner motor a una barca;
hay que medir, pesar, equilibrar,
y poner todo en marcha.

Para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino,
un poco de pirata,
un poco de poeta,
y un kilo y medio de paciencia concentrada.

Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que esa barca,
ese niño
irá muy lejos por el agua.

Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes,
hacia islas lejanas.

Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá nuestra bandera
enarbolada.


Los tres ejes de nuestra vida

Quiero explicarte, Hermano,
amigo,
compañero,
cómo enfoca La Salle nuestra obra.

Él dice simplemente
que la historia salvadora
se realiza aquí
y ahora.

1. Que Dios está operando desde el alba
en nuestra cosa.
Que su mano divina
“toca
el corazón” de los Hermanos de que ellos a su impulso
se abandonan
en la fe
a la ola
del Espíritu Santo que los lleva
a poner sin demora
los dones que Él les da
en obra.

2. Que Cristo los envía
a encarnarse en la ronda
de los pobres que esperan y en su lengua
anunciarles la aurora
de la Buena Noticia
que transforma
su vida y la abre a la esperanza
redentora.

3. Que el Espíritu Santo los reúne
en la fraternidad educadora
donde se evangelizan mutuamente
para ser, por su presencia sola,
frente a los jóvenes,
testigos evangélicos
que los entroncan
en la Iglesia
para seguir y culminar la historia.


lunes, 1 de septiembre de 2014

Carlos Démia, conclusión

Precursores de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (9)

Dos rasgos son, fundamentalmente, los que han colocado a Carlos Démia en un lugar destacado de la historia de la educación; a saber, su visión del interés social de la escuela y su faceta de organizador escolar de amplias miras. Desde el punto de vista específicamente pedagógico, sus aportaciones apenas tienen interés.

En cuestiones propiamente didácticas y de estructuración de la vida escolar, Démia se limitó a seguir las indicaciones del libro de La escuela parroquial, con algunos leves retoques apenas significativos[1]. Lo único un tanto peculiar quizás, destinado sobre todo a las chicas, fue su interés por introducir en la escuela el trabajo manual, hasta el punto de haber creado lo que hoy llamaríamos una escuela profesional femenina, dirigida por señoras, en las que, además de la lectura y la escritura, el trabajo manual tenía una importante presencia en el horario. En ella, los productos confeccionados  —sobre todo cuestiones de bordado y costura—  quedaban en propiedad de las alumnas.

Es indiscutible que Démia y De La Salle hacen un análisis muy similar de la realidad social y de los posibles beneficios que puede introducir en ella una escuela bien montada[2]. De cualquier manera, como ya se ha señalado, es evidente que De La Salle no carga tanto las tintas de la crítica social a la hora de juzgar a los padres, por ejemplo, o de pintar las consecuencias que para la sociedad tiene la miseria, cuando se junta con la ignorancia. Posiblemente Démia veía la conveniencia de las escuelas sobre todo desde el punto de vista de la ciudad y su economía, que necesitaba obreros bien preparados y no vagabundos que no tuvieran nada útil que aportar; quizás por eso se volvía tan crudo en sus descripciones y críticas sociales...

De La Salle, por el contrario, manejaría una visión diferente: su interés fundamental sería, más bien, sacar a aquellas gentes de su miseria humana y cristiana, y, para conseguirlo, la escuela y el trabajo consecuente le parecían una vía espléndida. Por ello, Juan Bautista apostaba por preparar en las escuelas a los chicos de modo que después pudieran encontrar trabajo con facilidad y se libraran con ello de la condena social a que su origen pobre les abocaba de antemano. Era, por tanto, una visión más moral y escatológica, que puramente económica o de organización social. Por ello, para plantear estos temas, De La Salle no se fijaba tanto en los desastres sociales, y sí bastante más en los morales. Los padres, por ejemplo; es cierto que no se ocupan de sus hijos como debieran; pero no hay asomo de crítica por parte de De La Salle hacia su comportamiento. Están, sencillamente, demasiado ocupados en asegurar la vida de su familia y, aunque quisieran catequizar a sus hijos, no sabrían cómo hacerlo, porque no estaban formados y carecían de dinero. De La Salle los descarga así de casi toda su responsabilidad.

Además de sus planteamientos sociales, inquietud común en ambos renovadores escolares es también la necesidad ineludible de formar profesionalmente a los maestros si se pretende que la escuela pueda dar el ambicioso fruto que de ella se espera. Sin embargo, con rozarse tangencialmente en algunos aspectos  —organización de centros de formación para maestros, creación de lazos entre los maestros, retiros y conferencias, etc.—, la solución concreta que cada uno dará a su inquietud es diferente.

Vista la respuesta obtenida de los jóvenes seminaristas, y algunas opiniones que hemos conocido más arriba, está por ver si Démia no se arrepintió al final de haber apostado por los jóvenes candidatos al sacerdocio como cantera de maestros para sus escuelas populares. Y es que, como en tantos otros casos, también las Hermanas de san Carlos demostraron con obras que era mucho más fácil encontrar maestras fieles al ministerio, y que el trabajo con ellas era, además, mucho más fructífero, que hallar hombres dispuestos a dedicarse de por vida al ingrato deber de la escuela, abandonando con ello otras perspectivas sencillas de alcanzar para gente de estudios, como ellos, y mucho más beneficiosas desde tantos puntos de vista.

Hermano Josean Villalabeitia



[1] Démia propuso para sus escuelas una ortografía del francés que simplificaba mucho su escritura: suprimir las letras que no se pronuncian, reducir las letras repetidas a una sola, simplificar los signos de origen griego, como la ‘th’ o la ‘ph’, escribiendo en su lugar ‘t’ o ‘f’, sustituir la ‘y’ por ‘i’... Lo único que se terminó aceptando es la sustitución de algunas ‘s’ en el interior de las palabras por un acento circunflejo. Démia no tuvo éxito en su intento a pesar de que hoy, al menos a los no franceses, su propuesta no nos parece tan mala idea...
[2] Existen algunas coincidencias más, incluidas referencias directas comunes a una carta de san Jerónimo y a la figura del canciller Gerson, con idénticas aplicaciones prácticas. Resulta, pues, innegable que De La Salle conocía los escritos de Démia.

jueves, 28 de agosto de 2014

Si yo te amo, dulce Madre

Existe una canción religiosa, dedicada a María, muy conocida en algunos países de Latinoamérica. Me refiero a la titulada “Si yo te amo, dulce Madre”; tanto su letra como su música pueden encontrarse con facilidad en Internet. Se la atribuyen al Santo Hermano Miguel, o firma parecida, como es fácil comprobar en la red, lo mismo que en muchas publicaciones en papel.

Sin embargo, a pesar de los numerosos lugares de todo tipo que aseguran que su autor es el santo lasaliano ecuatoriano, la mencionada poesía mariana no ha sido incluida en el hermoso libro “Cartas y poesías del Hermano Miguel”, que los Hermanos del Ecuador publicaron con ocasión del centenario de la muerte del Santo Hermano[1]. ¿Por qué? La respuesta es sencilla...

El canto no es, en absoluto, desconocido para los lasalianos. De hecho, había sido incluido en un conocido librito lasaliano de canciones religiosas titulado “Cánticos sagrados”, donde se atribuye su letra a “T. Vargas, s. j.”, mientras que la música sería de “A. Recasens, s.s.”.[2] Preguntando en Quito por el jesuita autor, un Hermano entendido me asegura que sería colombiano y respondería al nombre de pila de Teodulfo. He mirado un poco por Internet y la verdad es que no puedo añadir ni confirmar nada sobre dicha persona.

No cabe duda de que, en su inocencia  -pese a algunos términos rebuscadísimos-,  nuestra poesía rezuma ternura y amor a María, “dulce Madre”. El estilo podría calificarse como similar al de tantas composiciones poéticas marianas del santo Hermano Miguel, lo que explicaría la equivocación a la hora de atribuir su autoría. Pero dejémoslo claro: su autor no es nuestro santo ecuatoriano.

Hela aquí tal como la he podido recomponer a partir de algún texto impreso o fotocopiado, y varias páginas de Internet. Se encuentran tantas variaciones sobre los versos o el orden de las estrofas que ¡cualquiera sabe cómo era el original! Añado al final una estrofilla suelta que, siguiendo la lógica del resto del poema, no he podido emparejar de ninguna forma...


Si yo te amo, dulce Madre

1. Si yo te amo dulce Madre,
si yo te amo, saber quieres.
A una Madre cual Tú eres,
¿quién su amor ha de negar?

Pero más amarte quiero,
y que te amen a porfía,
quiero amarte, Madre mía,
más y más te quiero amar.

2. Aún no asoma en el Oriente
sonriendo el alba bella,
ya te miro, linda estrella,
en las sombras rutilar.

Cuanto es dulce abrir los ojos
y tu rostro ver, María;
quiero amarte, Madre mía,
más y más te quiero amar.

3. En el llanto, en los afanes
eres paz y dulcedumbre;
luna hermosa de alba lumbre
en la noche del pesar.

Cuantas veces en ti pienso
me enajena la alegría;
quiero amarte, Madre mía,
más y más te quiero amar.

4. En asedio me circundan
amistad, placer y oro,
y mi amor, que es mi tesoro,
solicitan sin cesar.

Mas mi corazón es tuyo
pues yo te lo di un día;
quiero amarte, Madre mía,
más y más te quiero amar.

5. Quiero, Virgen, venerarte,
de tu amor ser prisionero,
y a tu trono elevar quiero
un suavísimo cantar.

Haz tú que este se confunda
con la eterna melodía;
quiero amarte, Madre mía,
más y más te quiero amar.


(Y una última estrofilla, que ha quedado por ahí colgada, sin su pareja...)

Y en la hora en que el infierno
mueva cruda y fiera guerra,
sé mi escudo, y de la tierra
alegre pueda volar.







[1] Hermanos Guillermo Pérez Pazmiño y Edwin Arteaga Tobón, Cartas y poesías del Hermano Miguel, Hermanos de las Escuelas Cristianas, Quito 2011. Los Hermanos ecuatorianos acaban de publicar una segunda edición, “aumentada y corregida”, en 2014.
[2] 7ª edición, 1958, cántico número 111, pp. 160-161.