viernes, 26 de diciembre de 2014

¡Viva Jesús en nuestros corazones!

La expresión "Viva Jesús en nuestros corazones", junto con su respuesta: "¡Por siempre!", es el santo y seña de la familia lasaliana, según indica en uno de sus artículos la actual Regla de los Hermanos (68.a).
Acaba de ver la luz un documento que explica algunos detalles de la historia de esta expresión tan querida por los lasalianos. Su lectura aclara bien algunas cuestiones...

Quienes estén interesados en leerlo lo tienen AQUÍ.



lunes, 15 de diciembre de 2014

¡Acordémonos!

Acordémonos 
de que estamos en la santa presencia de Dios
¡ADORÉMOSLE!

Una expresión muy querida por todos los lasalianos, corazón de su espiritualidad.
Un clásico de nuestra familia, completado e interpretado por un grupo musical de gran sensibilidad. 
Para no perdérselo...
Para ver y oír el vídeo, pinchar aquí.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Nicolás Barré (1621-1686)

Precursores de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (12)

Nicolás Barré nació en Amiens en 1621. Estudió con los jesuitas de su ciudad natal, destacando por sus dotes intelectuales y también  —cosa curiosa—  por su habilidad manual. Atraído por la vida religiosa, decidió ingresar, no con sus preclaros maestros ignacianos, sino en la Orden de los Mínimos[1], que por aquel tiempo tenían prestigio como penitentes, contemplativos, predicadores, estudiosos y apóstoles. De hecho, el joven Barré se formará en el reputado convento que su Orden tenía en la plaza Royal de París, llegando a ser allí profesor de teología y, más tarde, también bibliotecario. Se dice que fue uno de los primeros en inscribirse en la asociación de oración por la catequesis que organizó el Padre Bourdoise en san Nicolás del Chardonnet. En estos años parisinos de dedicación al estudio, el Padre Nicolás predica con frecuencia a los laicos terciarios de su Orden, a los que les suele inculcar una preocupación caritativa por los pobres, invitándoles a hacer algo en su favor. Nos hallamos, pues, en un medioambiente espiritual y apostólico típicamente tridentino.

En 1659, siendo ya un religioso de amplia experiencia, Barré es trasladado a Ruan, donde desempeñará diferentes ministerios. Tres años más tarde, predicando una misión popular en Sotteville, por aquel entonces pueblecito cercano a Ruan, el Padre Nicolás se refiere a la triste condición de los niños pobres del barrio, que no saben nada de catecismo porque nadie se lo enseña. En realidad, por aquellos años en Ruan no existía más que un monasterio de ursulinas, para gente bien, alguna escuela mixta para pobres, de organización y funcionamiento más o menos regular, y las catequesis del asilo de la ciudad, orientadas a los huérfanos e indigentes allí recogidos. El Padre Barré, con su homilía, buscaba fondos para promover escuelas para pobres, y también voluntarios que desearan comprometerse en la solución de tan triste situación. Al final de aquella misa le esperan algunas voluntarias, ningún hombre. Con ellas organizará allí, en 1662, la primera escuela gratuita para niñas pobres[2]. La obra irá cobrando fuerza y al año siguiente Barré está en condiciones de abrir varias escuelas femeninas más en distintos lugares de la ciudad de Ruan. Aprovechando el ímpetu de las maestras y las instalaciones escolares, el Padre Barré impulsará la catequesis no solo durante los días de clase, sino también en domingos y en días festivos. Este catecismo se impartía en las mismas aulas de las escuelitas según un método bastante original, impregnado de las inquietudes tridentinas[3].

Como organización concreta de las escuelas, las maestras de Barré seguirán, con cierta libertad  —mejorándolas, sin duda[4]—, las indicaciones de La escuela parroquial, a las que incorporarán el trabajo manual, de la misma manera que acabaría proponiendo Carlos Démia en Lyon. Atención particular se prestará a los horarios, con una reglamentación escrupulosa del tiempo escolar, a los registros de ingresos y ausencias de los alumnos, a ciertos planteamientos propios de la enseñanza simultánea, a la utilización de libros comunes, fichas y carteles para las paredes, a una la mayor presencia del francés en la escuela, a la dulcificación de la disciplina, etc.

Como apoyo financiero del proyecto, cuenta con las aportaciones de varias señoras de la alta sociedad; entre ellas una remense, viuda de un rico comerciante, que ha experimentado una repentina conversión y está dispuesta a darse por entero, junto con sus bienes, a los pobres. Nos referimos a la Señora de Maillefer, que está lejanamente emparentada con los canónigos remenses Roland y De La Salle, y acabará teniendo una participación significativa en la fundación de las primeras escuelas lasalianas en Reims. El año 1670, la Señora de Maillefer financiará la fundación de una escuela para niñas pobres, de la red de Barré, en Darnétal, cerca de Ruan.

El ritmo de vida y de trabajo que llevaban las primeras maestras de Barré es impresionante. Según relata una de ellas, “éramos cuatro o cinco Hermanas, totalmente entregadas a la divina Providencia, sin estar en comunidad, sino dispersas. Dos se encargaban de la escuela de la calle de los Carmelitas y otras tres de la casa de la Señora de Grainville. El Padre Barré venía de vez en cuando para dar conferencias y nos indicaba cuál debía ser nuestro régimen de vida. Nuestros ejercicios espirituales estaban regulados. Dábamos clase desde las ocho hasta las once. Luego llevábamos a las niñas a misa. Eran unas ciento treinta, a veces más. Desde las doce hasta las dos nos quedábamos con las mayores. Les enseñábamos a leer y el catecismo. Luego nos dedicábamos a las pequeñas, hasta las cinco. Después íbamos por las casas, para instruir a la buena gente”. Además, los domingos y fiestas impartían catecismo.

Hermano Josean Villalabeitia




[1] Fundada en Italia, hacia 1435, por san Francisco de Paula. Si los hijos de san Francisco de Asís se llamaban a sí mismos ‘Hermanos menores’, los discípulos de Francisco de Paula, que compartían espiritualidad franciscana, querían ser todavía más humildes, por lo que se llamaron ‘Hermanos Mínimos’. Desaparecieron de Francia con la Revolución Francesa; hoy son algo más de un centenar en todo el mundo.
[2] A pesar de haber conocido en Ruan escuelas para niños pobres que eran mixtas, el Padre Barré concebirá su obra con una estricta separación de sexos, tanto en niños como en adultos: escuelas para niñas regidas por maestras y escuelas para niños dirigidas por maestros.
[3] “Hablar poco y preguntar mucho […] vivir lo que se enseña”.
[4] Rigault afirma que “en cuanto a los métodos pedagógicos de Barré, en lo que se puede juzgar a partir de sus Estatutos, son más modernos que los de La escuela parroquial y se parecen a los de Démia y Pedro Fourier”. En otro momento, no obstante, reconocerá que la estructuración de las maestras de Barré, “esa organización jerárquica, esa autonomía del Instituto enseñante, unidas a la estabilidad del personal, marcan un destacado y definitivo progreso sobre el sistema de Démia”.