"Pedid,
pues, a Dios aquello que no hay en vosotros, a fin de que Él os conceda plenamente
lo que os falta, es decir, el espíritu cristiano y un profundo conocimiento de
la religión. Quienes se dirigen a vosotros vienen en medio de la noche. Eso indica,
dice san Agustín, su mucha ignorancia; su necesidad es apremiante, y vosotros
no tenéis con qué aliviarla; la simple fe en los misterios sería suficiente
para vosotros, pero no os es suficiente para con ellos. ¿Los abandonaréis,
pues, y los dejaréis sin instrucción? Recurrid a Dios, llamad a la puerta, rogad, solicitad con insistencia, incluso hasta
importunar." (MD 37,2,2)
"Este Dios bondadoso los
pone en vuestras manos, y toma sobre sí el otorgarles cuanto le pidáis para
ellos: la piedad, la modestia, la mesura, la pureza, el alejamiento de las
compañías que pudieran serles peligrosas. Y como Él sabe que por vosotros
mismos no tenéis ni suficiente virtud ni suficiente poder para procurar todas
estas cosas a los niños de quienes estáis encargados, quiere que se las pidáis
para ellos, frecuente, fervorosa e insistentemente; a fin de que, gracias a
vuestros cuidados, no les falte nada de lo que necesitan para salvarse". (MD
37,3,2 )
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