martes, 15 de diciembre de 2015

Conduite des Écoles Chrétiennes

Una edición interesante del libro clave de las escuelas lasalianas a lo largo de muchos años de tradición e historia, la "Guía de las Escuelas Cristianas", podemos encontrarlo en Internet.

Se trata de una edición de 1863, cuando, como es sabido, la primitiva Guía, publicada por vez primera en 1720  -aunque poseamos un manuscrito, con bastantes de los textos luego publicados, datado hacia 1705-  había sufrido ya numerosos cambios, producto de la evolución de la escuela en ese siglo y medio.

Un auténtico tesoro, en cualquier caso, del que todos los lasalianos debemos estar al corriente, para utilizarlo, para recomendarlo y, en definitiva, para sentirnos orgullosos y satisfechos de estar ligados a un libro que forma parte esencial de la historia de la escuela, de la pedagogía y la didáctica universal.

Para ir a la página web donde se encuentra   P I N C H A R   A Q U Í .


jueves, 3 de diciembre de 2015

Contra la pobreza juvenil, formación y trabajo

Centro Social de Promoción Femenina (CSPF), de Anosibé (Madagascar)

La zona céntrica de Antananarivo, en teoría de las más nobles de la capital malgache, es, al mismo tiempo, enormemente engañosa. Paseas por las orillas del lago Anosy, por ejemplo, y puedes visitar el monumento a los héroes caídos por la patria, caminar de un ministerio a un museo, o entre instituciones educativas de prestigio... Y presidiéndolo todo, la destacada mole del hotel “Carlton”, el más lujoso de Madagascar.


Pero, al mismo tiempo, tus amigos te repiten constantemente que prestes atención a los rateros, las prostitutas no te dejan en paz con sus propuestas desvergonzadas y los desagradables efluvios del agua pútrida te amargan el hermoso panorama; a fin de cuentas, el lago no es, en definitiva, sino una enorme letrina pública. En otro orden de cosas, también puedes observar los restos calcinados de “Radio Madagascar”, víctima cruel de los acontecimientos sangrientos de las primeras semanas de 2009, cuyos perversos efectos aún padece la población con estoicismo, a la espera de que se hagan realidad las tantas veces frustradas promesas de los políticos.

Pero, sin duda, lo más engañoso es poder llegar, en apenas unos minutos de paseo, desde el formidable Carlton hasta los barrios de Anosikely o Anosibé, donde se hacinan millares de malgaches paupérrimos, que luchan como pueden por sobrevivir a una pobreza que se vuelve cada vez más agresiva. Y es que, en el centro de Antananarivo, el lujo más aberrante convive sin rebozo con una miseria que durante los últimos años ha ido alcanzando cada día a más y más personas. De hecho, las estadísticas más recientes indican que el 92 por ciento de los malgaches vive con menos de 1,32 euros diarios.

          Una comunidad de seglares comprometidos.- Uno de estos céntricos barrios miserables precisamente, el de Anosibé, es el escenario de nuestro artículo. En realidad Anosibé podría considerarse como un terreno ganado al agua, porque se formó desecando parte de la laguna en cuyas riberas se asienta; solo hubo que echar al agua tierra y más tierra... Con esta operación aumentó en gran medida la superficie habitable del barrio, y muchas familias pobres encontraron allí un acomodo que en otras partes de la ciudad les resultaba del todo imposible. Claro que, junto a las personas, también otros inquilinos, como los mosquitos o las ratas, se instalaron a sus anchas en aquel ambiente húmedo e insalubre.

La crítica situación así creada llamó la atención de un grupo de profesoras y profesores cristianos del relativamente cercano Colegio de la Sagrada Familia, dirigido por los Hermanos de La Salle, que venían reuniéndose desde tiempo atrás para compartir su fe, meditar sobre el Evangelio y orar. A la vista de la realidad social de Anosibé, impulsados por sus convicciones religiosas, algunos de estos maestros decidieron dar un paso más y comprometerse en algún apostolado social. Visitando el barrio y sopesando sus posibilidades de compromiso, parecía que lo más práctico podría ser dedicarse a la alfabetización de adultos y, sobre todo, a la de los jóvenes, casi todos muy pobres y en riesgo de exclusión social. Así las cosas, alquilaron un local y centralizaron en él sus actividades educativas solidarias. Corría por aquel entonces el año 1994.

El grupo de profesores comprometidos se fue estructurando más y más, hasta llegar a consagrase como miembros de la fraternidad laica “Signum Fidei”, ligada a La Salle, y constituir una comunidad de seglares sólida y comprometida. El entusiasmo era por aquellos días tan grande que, aprovechando los bajos precios de los solares en Anosibé, el grupo se planteó incluso la oportunidad de construir entre todos una casa con varias viviendas, a las que podrían trasladarse las distintas familias de los profesores involucrados.

Y el terreno para la casa comunitaria se adquirió, en efecto, aunque el edificio proyectado nunca viera la luz. Se ve que la Providencia tenía otros planes para ellos...

          Cuando alfabetizar no es suficiente.- Según van adquiriendo experiencia en el barrio, y conociendo al detalle la evolución de numerosos casos concretos, nuestros profesores se convencen de que la alfabetización es importante, por supuesto, y hay que seguir impulsándola; pero que ella sola no basta. Si no hacen algo más por las personas que vienen a sus clases la mayoría de ellas jamás podrá sortear, de manera mínimamente aceptable, el muro de miseria que las aprisiona. Además de enseñarles los rudimentos escolares, parece, pues, imprescindible completar su formación preparándolos específicamente para que puedan encontrar un trabajo. Esto supone que, de una manera que habrá que estudiar con cuidado y adaptándose a las condiciones del barrio y a las necesidades de la ciudad, tendrán que orientarse hacia la formación profesional.

Al mismo tiempo, nuestros profesores se dan cuenta asimismo de otra evidencia: las más afectadas por toda la problemática de la miseria del barrio, que las lleva con demasiada frecuencia a situaciones lamentables  -prostitución, embarazos juveniles, nula autoestima, etc.-, son las chicas jóvenes. A ellas conviene dirigir, por tanto, el grueso de las actuaciones.

Fruto de todo este discernimiento, que no se lleva a cabo en unos pocos días precisamente, es la creación del “Centro Social de Promoción Femenina” (CSPF), que nacerá en 1999 sobre el terreno adquirido para la casa de la fraternidad. Un edificio se levantará efectivamente sobre él, pero sus beneficiarios no serán ya las familias de los “Signum Fidei”, sino las chicas más pobres del barrio; para comenzar, una veintena, a la que se irán sumando algunas más cada curso.

Las especialidades que parecen más apropiadas para impartir de inicio son las relacionadas con las labores típicamente femeninas de la costura: corte, confección, bordado, tricotado y tintura. Habrá que intensificar también las clases de alfabetización  –que serán complementadas con nociones de promoción femenina y formación religiosa–, de modo que las alumnas alcancen un nivel profesional apreciable y hasta pueda solicitarse el reconocimiento oficial de los estudios. Para ello, resultará asimismo indispensable contratar a algunos educadores especializados.

Los comienzos son ciertamente impactantes. Puesto que ahora las chicas tienen que permanecer bastante más tiempo en el CSPF, aparecen problemas de higiene, piojos, malos olores... que es preciso combatir con energía; sin demasiada ayuda por parte de las propias interesadas, todo sea dicho. Las jóvenes que acuden al Centro son todas del barrio; no pocas de ellas proceden de familias desestructuradas, con padres alcohólicos, madres prostitutas, delincuentes, pordioseros... Apenas se les puede solicitar ningún apoyo económico o material porque sería inútil: no tienen nada. La venta de algunos productos elaborados por las alumnas ayudará un poco; el resto habrá que buscarlo con ahínco en la solidaridad internacional.

Con el paso del tiempo el CSPF se normaliza y adquiere un ritmo estable: son tres años de estudios, tras los que se obtiene un diploma reconocido por el Estado malgache y la Iglesia Católica. Los primeros resultados son alentadores de verdad, pues las chicas que concluyen la formación dominan ciertamente su profesión, encuentran empleo sin demasiada dificultad, o trabajan en sus propias casas para sus vecinos.

          Más proyectos.- Tras una década de trabajo intenso y feliz con las chicas, y casi por casualidad, más proyectos se unen a la labor benefactora del CSPF de Anosibé. Y es que un grupo de voluntarios, sin conexión alguna con los “Signum Fidei”, está buscando un lugar para implantar una escuela de hostelería, dedicada, sobre todo, a niños y niñas de la calle, sin despreciar otras situaciones juveniles de exclusión social grave. Para sus propósitos, disponen del apoyo de varias instituciones francesas.

Conocida la experiencia del CSPF de Anosibé, el acuerdo es rápido. A pesar de que el nuevo proyecto va a depender de otras instancias, el terreno de los profesores está disponible, sin condiciones, para el nuevo proyecto. Se construirá en él un nuevo pabellón para la hostelería, el segundo, que empieza a funcionar en otoño de 2011.

La formación hostelera va a durar un curso escolar. Los chicos y chicas que acudan a Anosibé serán propuestos por distintos organismos que se ocupan de los jóvenes en exclusión social de Antananarivo. La demanda de plazas es fuerte aunque son pocos los jóvenes que pueden ser admitidos; de otra forma, el aprendizaje se resentiría.


 El plan que se organiza es que, tras alguna orientación teórica inicial, los chicos y chicas pasen toda la mañana en la cocina, trabajando y, así, aprendiendo. A mediodía, toda la escuela comerá lo que entre todos han preparado. Por la tarde, puesto que los pequeños cocineros no son del barrio, con una pequeña ayuda del Centro cada cual regresará a su residencia, que ha sido elegida y es controlada con mimo por los organismos que envían a los chicos a Anosibé.

Así las cosas, la hostelería echa a andar, de modo que son ya cuatro las promociones de cocineros que se han formado en el Centro.

Algo más tarde, en mayo de 2013, se inauguraba el tercer y último edificio del CSPF de Anosibé, bastante más elegante que sus dos hermanos. Se trata de una casa de dos pisos, con locales para clases y talleres en la planta baja, y unas instalaciones para internado en el primer piso. En este nuevo inmueble se va a intentar ampliar el abanico de actividades del CSPF.

Dado que los problemas financieros son cada día más agobiantes, en la planta baja del nuevo edificio se han ido implantando algunas actividades formativas con gancho, como la peluquería o la informática, de modo que atraigan a gente de fuera del barrio dispuesta a pagar por aprender. De esta manera, los nuevos cursos servirán para financiar las actividades clásicas del CSPF, que seguirán su curso habitual en el primitivo edificio. Así se compaginará el indudable servicio social que ofrecerán las nuevas actividades con la ayuda económica a la juventud pobre del barrio.

El segundo piso, por su parte, está destinado a residencia de chicas universitarias procedentes de fuera de la capital, un servicio muy necesario que no está bien resuelto en Antananarivo. Al mismo tiempo, el salón principal de la casa se puede alquilar para eventos particulares como fiestas, bodas u otras celebraciones. Aunque han tenido dificultades para completar el instrumental, mobiliario y otras cuestiones de la nueva casa, poco a poco los distintos planes van cobrando realidad.

          Los productos chinos y otros problemas.- Sin lugar a dudas, el CSPF viene prestando a Anosibé  –y a todo Madagascar–  un excelente servicio, que tiene el mérito de estar sustentado en las inquietudes religiosas y sociales de unas cuantas personas particulares, que no han escatimado tiempo, dinero ni preocupaciones para hacer realidad sus sueños.

Con todo, si al principio las chicas encontraban trabajo sin demasiada dificultad al completar su formación, los últimos tiempos han traído ciertas complicaciones en este asunto. Y es que cada día es más difícil colocarse; el mercado está saturado y, tras las primeras decepciones, no es fácil que costureras y cocineros sigan, a pesar de todo, insistiendo cada día en su empeño, sin que su entusiasmo desfallezca. Pero no hay otro camino...

El último problema han sido las tiendas de los chinos, que ofrecen toda clase de productos, en presentaciones muy atractivas para los malgaches, a unos precios que no admiten competencia. Como consecuencia, aquellos productos que durante los primeros años del CSPF casi se los quitaban de las manos, ahora se quedan largo tiempo en las vitrinas, y por más exposiciones que se organicen, nadie los quiere. Todo es mucho más variado y barato en los almacenes chinos...

No queda más remedio que echarle imaginación y coraje. Con todo, tras nuestra iluminadora charla con la señora Liva Rahelimampianina, activa en el CSPF desde su fundación y actual directora del mismo, y con alguna de sus compañeras, estamos convencidos de que sabrán afrontar estos nuevos retos con responsabilidad y audacia. En caso de tener éxito, los mayores beneficiarios serán, sin duda, los jóvenes malgaches más pobres.

                                                                                                       Josean Villalabeitia

(publicado en la revista 'Mundo negro', septiembre 2015)
                                                           

martes, 17 de noviembre de 2015

La retirada de Nyel

Precursores de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (23)

Menos de tres años después de la llegada de Nyel a Reims funcionaban en la villa del champán tres escuelas para pobres de la comunidad de De La Salle y el laonés. Como la satisfacción parecía imperar, comenzaron a proponerles la apertura de otras escuelas en los alrededores. Por ello, a principios de 1682 De La Salle, que se estaba ilusionando más y más con el proyecto de las escuelas, decidió enviar a Nyel a estudiar algunos ofrecimientos que le habían llegado, tomar decisiones sobre el terreno, a la vista de las circunstancia concretas, y organizar las nuevas escuelas que pudieran surgir; a fin de cuentas, el que sabía de estas cosas era Nyel y no el canónigo. Así surgió la escuela de Rethel; luego, seis meses más tarde, la de Guisa[1], y por fin la de Laon, tierra natal de Nyel.


Tres años largos estuvo este ocupado en la fundación de escuelas para pobres por poblaciones más o menos cercanas de Reims, pero, en definitiva, lejos de la capital, donde continuaba siendo De La Salle quien se ocupaba de la comunidad de maestros y sus escuelas. Llegó así el verano de 1685 en que Nyel sorprendió a todos anunciando su decisión de regresar a Ruan, donde moriría un par de años más tarde, el 31 de mayo de 1687, pobre, como había vivido, entre los pobres del Hospicio General a quienes había servido con generosidad y entrega encomiables.

Pero, ¿la retirada de Nyel fue realmente una sorpresa? ¿O era algo que, al menos él, tenía bien pensado cuando seis años antes llegó a Reims? Porque a propósito de su figura resulta conveniente plantearse algunas cuestiones, por más que las respuestas que se ensayen no puedan estar basadas en ningún documento de su mano, ya que nada de lo que él pudiera haber redactado ha llegado hasta nosotros.

Durante casi los tres primeros años de la fundación lasaliana, Nyel no se movió de Reims y, en estrecho contacto con el canónigo De La Salle, fue enseñándole muchas cosas sobre las escuelas para pobres y sus maestros, y convenciéndole de adoptar ciertas decisiones; surgieron así las primeras escuelas y se organizó un primer esbozo de comunidad de maestros. Por aquel entonces, probablemente, las cosas funcionaban más al estilo de Nyel que al del canónigo. Luego, por propia iniciativa o por necesidades de la fundación, Nyel se alejó de Reims, y el proyecto comenzó a marchar en aquella ciudad por otros derroteros, seguramente más cercanos a lo que De La Salle pensaba y deseaba.

Parece claro, por ejemplo, que, a partir del alejamiento de Nyel, la comunidad de maestros de Reims comenzó a estructurarse de manera más firme: se fijó el nombre oficial del grupo, un hábito peculiar, un reglamento, etc., al tiempo que el Señor De La Salle comenzaba a trabajar con seriedad la interioridad de los maestros, pilar básico de su compromiso y estabilidad en la misión. Comenzaba ya más a ser la comunidad sólida que, probablemente, De La Salle deseaba que aquel grupo un tanto delavazado de maestros que Nyel había promovido en Ruan. Adrián no estaba allí; no sabemos si compartía esas decisiones o si, quizás, incluso, ni siquiera se las consultaron...

O tal vez estaba de acuerdo, pero prefirió permanecer en la sombra, convencido de que su verdadera comunidad, su lugar, estaba en Ruan. Quizás no se enteró demasiado al detalle o prefirió no meter baza para no interferir en un proyecto que, en definitiva, no era el suyo. Puede que el modelo remense, en el fondo, no se pareciera demasiado al que él pretendía configurar, probablemente al estilo de Ruan, a partir de un determinado Hospicio General que acabaría por construirse en Reims y dependería del municipio.

Puede asimismo que, sencillamente, sobrepasados ya ampliamente los sesenta años, por aquella época edad muy avanzada, se sintiera cansado o enfermo, o próximo al fin. Quizás Nyel no hubiera tenido, desde siempre, otra idea que cumplir de la mejor manera posible el encargo de la Señora Dubois, para regresar luego a Ruan; y cuando vio que el proyecto de las escuelas para pobres en Reims estaba en buenas manos y marchaba por vías de franco desarrollo, entendió que su trabajo había terminado allí y decidió regresar a la capital normanda, donde en el fondo estaba su vida y su corazón... No sabemos qué pasó; el caso es que Nyel se retiró del proyecto[2].

Ciertamente durante esos tres años y pico, entre principios de 1682 y el verano 1685, en que Nyel trabajó por los alrededores de Reims mientras De La Salle se encargaba de los maestros de la ciudad las cosas evolucionaron con rapidez. Tal como cuenta el Hermano Bernard, el primero de los biógrafos del canónigo, en la práctica “el Señor Nyel dirigía las tres casas de Rethel, Guisa y Laon, mientras que el Señor De La Salle dirigía y formaba la de Reims”. Es curioso que, según este Hermano, ambos dirigieran las casas, pero solo Juan Bautista formara la suya. ¿Qué significa aquí ‘formar’? Sea cual sea la respuesta, resulta evidente que se han configurado dos redes distintas de escuelas: la de Reims, animada por De La Salle, cuyos maestros, que ya no son los que apalabró Nyel, viven en una única casa, aunque trabajen en tres escuelas distintas; y la de Nyel, repartida por la región, con tres casas en tres poblaciones distintas, bastante alejadas entre sí, en cada una de las cuales vive un par de maestros  —tres a lo sumo—  que se ocupan de las escuelas de esa localidad.
Parece claro que la relación entre ambas redes no se perdió nunca, y que, para desesperación de De La Salle, Nyel nunca dejó de solicitar maestros al canónigo cuando
tenía necesidad de ellos. Incluso el sacerdote remense visitó algunas de las casas dirigidas por Nyel, porque Juan Bautista había participado en las gestiones para abrirlas y, además, algún maestro de estas escuelas procedía de la comunidad de Reims. Pero es evidente que el estilo de vida en casa, la manera de conducir las escuelas, la misma exigencia personal y grupal, tenían que ser muy diferentes en una red y en otra. En Reims había una persona liberada, con una excelsa formación y altas inquietudes espirituales, que había fijado reglamentos, oraciones, menús, reuniones..., porque el grupo era numeroso. Aquel director de la casa remense se había preocupado especialmente de la vida de los maestros fuera de su trabajo y, en particular, de su experiencia espiritual. Lejos de Reims teníamos tres parejas de maestros muy separadas entre sí, con un director que lo era en teoría, pero que en la práctica se movía mucho y no podía vivir demasiado tiempo con los maestros o, al menos, no con todos. Y, en cualquier caso, se ocupaba sobre todo de los aspectos profesionales.

Así llegó la decisión de Nyel de regresar a Ruan. De La Salle, que no tenía ninguna obligación de hacerse cargo de las tres escuelas, que funcionaban lejos de Reims y bajo los criterios de Nyel, pero que había caído ya en el providencial embrujo del apostolado escolar, se decide a aceptar el reto y a encargarse también de aquellas tres escuelas huérfanas. Así, desde octubre de 1685 el Señor De La Salle será el único responsable de seis escuelas para pobres, diseminadas por cuatro localidades distintas, con unos quince Hermanos a su cargo. ¿Hermanos o solo maestros? Porque, ¿quién sabe cómo habían andado las cosas en la red de escuelas y maestros de Nyel? Este será el primer problema con el que Juan Bautista tendrá que enfrentarse.

Hermano Josean Villalabeitia




[1] En 1681 hubo un intento de fundación en Guisa, por cuenta y riesgo de Nyel, que fracasó en pocos meses. Al año siguiente fue De La Salle quien recibió la invitación, envió a Nyel y, en esta segunda ocasión, la escuela cristiana de Guisa renació y se consolidó; duraría hasta la Revolución, más de un siglo después.
[2] Blain aporta su explicación: “Cuando Nyel salió de Ruan no había renunciado a regresar algún día. Su idea era dejar que sus cenizas descansaran en ella. Para poder hacer esto con seguridad de conciencia había pedido varias veces al Señor De La Salle, aunque en vano, que se hiciera cargo de la dirección de las tres escuelas […] Su edad y la imposibilidad de dotar a estas tres escuelas de maestros capaces fueron los motivos en que apoyó su ruego, o más bien los pretextos con los que disfrazaba su invencible deseo de regresar a Ruan”.

martes, 20 de octubre de 2015

Nyel, el instrumento de la Providencia

Precursores de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (22)

En nuestra entrega anterior dejábamos en Ruan un mundillo caritativo en plena ebullición, con varios grupos de maestros de ambos sexos, formalmente separados pero con buenas relaciones entre sí, que intentaban prestar buenos servicios en las escuelas para pobres.

Una de las expectativas que surgió en los grupos fue la de ampliar el horizonte de sus comunidades y escuelas, saltando fuera de la villa que los vio nacer. A este respecto, los maestros de Nyel habían fundado ya en Darnétal, a las afueras de Ruan, y las maestras de Barré estaban colaborando en Reims, con Nicolás Roland, en la puesta en marcha de la comunidad de las Hermanas del Niño Jesús. Y aquí es donde la Providencia comienza a enlazar a Adrián Nyel con De La Salle, para hacer llegar a este último el inmenso caudal de experiencia e inquietudes que atesoraba el buen maestro normando, tras más de dos decenios sirviendo a las escuelas para pobres de Ruan y a la comunidad de maestros que las atendían.

Porque sucedió que una dama rica, Jeanne Dubois, originaria de Reims, pariente lejana de Roland y de De La Salle, aunque casada con un próspero comerciante ruanés, impulsada por un repentino y ferviente deseo de conversión, se sintió movida a fundar algunas escuelas para gente pobre. Esta señora había ya trabado relación con las Hermanas de Barré, a las que había financiado una escuela en Darnétal, y deseaba hacer lo mismo con una escuela para niños. Admiradora de la obra de Nyel, por un lado, y deseosa de fundar en su ciudad natal, Reims, proyecto del que parece que algo había ya comentado con Nicolás Roland hacia 1674, aprovechando la presencia de este en Ruan para predicar alguna misión popular, se decidió por fin a hacer realidad su deseo. Contactó para ello con Adrián Nyel, le proveyó de sendas cartas, una para sus amigas, las Hermanas del Niño Jesús, y otra para el canónigo De La Salle, que se ocupaba de algunos asuntos del recientemente fallecido Roland relacionados con las Hermanas, y lo envió a Reims a ver cómo podía maniobrar en favor de la fundación de una escuela para niños pobres; en principio, ella misma se ocuparía de la financiación. Y a Reims se fue Adrián Nyel, en marzo de 1679, para promover la fundación de la escuela que su protectora ruanesa financiaría.

Como el mismo De La Salle comentaría más tarde en un escrito personal, su primer encuentro con Nyel constituyó el definitivo golpe de gracia de la Providencia para que el canónigo remense se introdujera definitivamente en el mundo de las escuelas: “Fueron esas dos circunstancias, a saber, el encuentro con el Señor Nyel y la propuesta que me hizo esta señora [Dubois], por las que comencé a cuidar de las escuelas de niños. Antes, yo no había, en absoluto, pensado en ello; si bien, no es que nadie me hubiera propuesto el proyecto”. Porque el contacto con Roland y su círculo apostólico le había abierto un horizonte novedoso: el de las escuelas para pobres; pero no es menos cierto que hasta la llegada de Nyel tal proyecto no había terminado de cuajar en el interior de De La Salle: “Algunos amigos del Señor Roland habían intentado sugerírmelo, pero la idea no arraigó en mi espíritu y jamás hubiera pensado en realizarla”.

Nyel, que era imaginativo, emprendedor, de relación fácil y tenía amplia experiencia en el campo de las escuelas[1], y De La Salle, honrado y coherente por demás, con exigentes inquietudes espirituales y aprendiz perspicaz a partir de las dificultades con que se estaba topando en el papeleo oficial para el reconocimiento de las Hermanas de Roland, formaron un tándem muy eficaz, de manera que enseguida se dieron cuenta de que el mejor camino para llevar adelante la fundación era el de las escuelas de caridad. Concretaron, con ayuda de los consejos de algunos conocidos del canónigo, las parroquias a cuyas puertas era más conveniente llamar[2], arreglaron distintas cuestiones financieras que iban surgiendo y en menos de un año habían puesto en marcha tres escuelas de caridad en otras tantas parroquias de Reims.

Se puede pensar, con toda legitimidad, que gran parte de las decisiones sobre escuelas y maestros que adoptó De La Salle durante aquellos dos o tres primeros años le fueron directa o indirectamente sugeridas por Nyel. En esta etapa inicial, nuestro canónigo se limitaría a su papel de protector de las escuelas para pobres, favoreciendo contactos y velando por la economía y la moral, mientras Nyel se encargaba de echar materialmente a andar las escuelas, tratando, probablemente, de repetir en Reims su modelo de comunidad de maestros de Ruan, que tan buenos servicios estaba allí prestando. En Reims no tenían como marco el Hospicio General pero, de momento, buscando alguna vivienda amplia se podían intentar algunas actuaciones. En consecuencia, se alquilará una casa, se agrupará en ella a los maestros, se asegurará por distintos medios su manutención, se estructurará un poco su vida profesional y de oración, se garantizará su seriedad profesional y el proyecto de escuelas para pobres irá haciendo camino.

De esta manera, además de traspasar al fundador de los lasalianos una parte de su enorme caudal de sabiduría y experiencia como organizador de escuelas y formador de maestros, es probable que Nyel actuase también frente a él como conciencia crítica, como una especie de agente de provocación, de invitación a la ambición apostólica, a hacer con y por los maestros algo más de lo que en un principio se había imaginado. Porque si alguien pretendió desviar a De La Salle de su plan inicial en relación con aquellos primeros maestros, el que mejor podía conseguirlo era, sin duda, Adrián Nyel: “Yo pensaba  —confiesa De La Salle—  que la dirección de las escuelas y de los maestros, que yo iba tomando, sería tan solo una dirección exterior, que no me comprometería con ellos más que a atender a su sustento y a cuidar de que desempeñasen su empleo con piedad y aplicación”. Pero, ya se sabe, a la postre la cosa no resultó tan sencilla...

Hermano Josean Villalabeitia




[1] Según Blain, Nyel “había recibido de la naturaleza los talentos adecuados para este tipo de gestiones. Tenía un carácter vivo y emprendedor; siempre estaba dispuesto a ser el primero en romper el hielo y a intentar una nueva empresa”.
[2] Siempre según Blain, pensaron, de entrada, “en los cuatro párrocos más reputados” y fueron descartando, por diversas razones, a los menos apropiados, hasta quedarse con el de san Mauricio, el Padre Dorigny, que fue el máximo responsable de la primera escuela lasaliana. Luego vinieron las otras dos escuelas, la tercera de ellas, precisamente, en una de las parroquias en un principio rechazadas. Resulta curioso contemplar las razones que se adujeron para excluir a algunos párrocos, incluida la libertad con que las críticas se plasman en el texto.

jueves, 15 de octubre de 2015

Pakistán: La Salle en favor de la escolarización de las niñas

Aunque, sin duda, la humanidad lleva mucho camino avanzado en su lucha contra la pobreza, todavía queda mucho por hacer. En el campo de la educación femenina, por ejemplo, pues en nuestros días más de sesenta millones de niñas siguen desatendidas desde el punto de vista escolar


Muchos factores contribuyen a hacer difícil la educación para las niñas: conflictos, guerra y desplazamientos; matrimonio precoz; trabajo infantil; pobreza; factores religiosos y culturales. Pero existe una evidencia: poder terminar la educación primaria y secundaria es transformador. Ello ofrece a las niñas la oportunidad de alfabetizarse; de mejorar su salud; de retrasar el matrimonio; de demorar su primer embarazo; y de aumentar la posibilidad de encontrar un empleo decente.

A lo largo de los años, garantizar que las niñas tengan un lugar seguro para aprender, acceso al agua potable, acceso a los libros, y a los servicios sanitarios decentes han sido algunos de los proyectos más importantes para la Fundación Lasaliana. Esto ha dado lugar a cambios positivos en la educación de las niñas en muchas comunidades, particularmente en Pakistán.

La admisión de niñas en las escuelas lasallistas (cuando está permitido) en Pakistán ha aumentado, junto con el número de niñas que se gradúan de la escuela secundaria. Esto se debe al duro trabajo y a la dedicación de los Hermanos de La Salle y de los profesores que han colmado con la alegría del aprendizaje a los estudiantes.

Así, por ejemplo, desde 2007 hemos estado desarrollando una pequeña escuela en una de nuestras comunidades más pobres llamada Escuela La Salle Gokkuwal, de las afueras de Faisalabad. Este año la escuela tuvo sus primeras mujeres graduadas y que fueron aceptadas en la universidad.

Este es un logro excepcional y que esperamos sea sólo el comienzo de un cambio mayor en su pequeña comunidad. Un cambio que considera la educación igual de importante para las niñas como para los niños. Un cambio que ve el valor de los hijos que completan no sólo la educación primaria, sino también la secundaria. Un cambio que construye resiliencia.

Un cambio que restaura la dignidad y la confianza. Un cambio que permite a los pobres romper el ciclo.


Más información en esta página web.

sábado, 26 de septiembre de 2015

Adrián Nyel (1621-1687)

Precursores de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (21)

‘Cómplice del Dios sabio y suave’. Así calificaban recientemente los lasalianos argentinos, en un bello y sugestivo folleto, a este humilde instrumento de la Providencia en la puesta en marcha efectiva de la obra lasaliana. Muy humilde, en efecto, tanto que casi nunca ha tenido derecho a un apartado propio en los libros que tratan de estas cosas. Sin embargo, parece indiscutible que su influencia en Juan Bautista De La Salle, que cuando se encontró con él no tenía ni idea de lo que era una escuela, tuvo que ser determinante. Veámoslo.

Adrián Nyel era originario de la diócesis de Laon, limítrofe con la de Reims por el noroeste, aunque no conocemos con exactitud en qué lugar nació. Disponemos, con todo, de algunos datos indirectos que llevan su nacimiento a 1621 y sitúan a Nyel en su juventud y primera madurez residiendo en la propia ciudad de Laon, de cuya catedral un tío suyo sería por aquel entonces canónigo. Tenía probablemente, por tanto, contactos con la Iglesia oficial y puede incluso que, por esa época, se dedicase a asuntos relacionados con la justicia y las leyes.

Con todo, en 1658  —y no es descartable que para entonces llevase ya varios años allí—  lo encontramos en Ruan, dedicado de por vida  —consta el documento que así lo compromete—  a velar por la buena marcha de las escuelas para niños pobres y, en particular, a la formación y organización de los maestros que las atienden. Estas escuelas pertenecen al llamado ‘Hospicio General’ de Ruan, a la sazón una institución de reciente creación, dependiente de la municipalidad ruanesa, que se dedica a recoger a toda suerte de personas de las que hoy llamaríamos ‘sin techo’: ancianos, locos, enfermos, huérfanos, mendigos, discapacitados... Este Hospicio organizaba algunos trabajos adaptados a la situación concreta de los adultos en él acogidos, mientras que los niños tenían que acudir a la escuela del propio Hospicio.

Vista de Laon, ciudad natal de Nyel

Con el tiempo, además de esta escuela, se fundaron algunas otras en distintos lugares de la villa de Ruan, que, a pesar de no estar en el interior de su reciento, dependían del Hospicio General y, por tanto, de las autoridades municipales ruanesas. En 1670 las escuelas dependientes del Hospicio General de Ruan eran cuatro, a cuyo cargo se contaban otros tantos maestros. En 1678 el número de maestros se había duplicado y pronto hubo incluso alguno más que, sin dar clase, apoyaba el funcionamiento de la comunidad y las escuelas realizando algunos trabajos manuales, pero sin dar clase.

Además de formarlos y responsabilizarse del buen desempeño de sus obligaciones escolares, Nyel quiso agrupar a todos sus maestros en una especie de comunidad que sobrevivió en el tiempo con cierta constancia, a pesar de que sus miembros concretos probablemente fueran cambiando, ya que no tenían votos u otros compromisos, por lo que solo les ligaba a la comunidad su empleo en las escuelas.

Este grupo de maestros populares de Ruan presentaba varias peculiaridades. La primera de ellas es que todos los maestros, incluido su líder, eran célibes y laicos, es decir que, a pesar de no estar casados, no habían optado por la ordenación sacerdotal, como solía ser lo más frecuente; a fin de cuentas, ya que uno no podía casarse, estaba debidamente formado y trabajaba en asuntos íntimamente relacionados con la Iglesia, como era la escuela en aquella época, qué más normal que acceder al estado sacerdotal y aprovechar sus ventajas...

Asilo General de Ruan
Otra característica llamativa de estos maestros es que se llamaban entre sí ‘Hermanos’ y hasta habían constituido una cierta estructura organizativa: su líder era Adrián Nyel, que presidía las oraciones, se encargaba de la formación profesional de sus compañeros y garantizaba el buen funcionamiento de las escuelas. Curiosamente los maestros rezaban sus oraciones en francés e invitaban a ellas, al menos por la tarde, a todos los internos del Hospicio  —y pueblo en general—  que estuviesen interesados en participar en ellas. Podría interpretarse que, al no ser sacerdotes, el latín no tenía para ellos tanto interés...

Se vivía por aquel entonces en Ruan una ardorosa efervescencia escolar, que también había reunido en comunidad a un grupo de maestras, dirigidas por el Padre Nicolás Barré, que animaban varias escuelas para niñas. Todo parece indicar que el grupo masculino de Nyel tenía relaciones cordiales con esta comunidad femenina de Barré, a nivel espiritual, organizativo e incluso, financiero, puesto que a unos y otros les venían bien las donaciones de las personas devotas y pudientes, que en Ruan constituirían un grupo bastante acotado.

Hermano Josean Villalabeitia


sábado, 19 de septiembre de 2015

España, Portugal... ¡ARLEP!


He aquí el lema del curso 2015-2016 para todos los lasalianos de la Arlep, es decir, de La Salle en España y Portugal

En juego, el valor de la justicia, que tanto está dando que hablar en nuestros días, tal vez para nada... Bueno, pues los lasalianos españoles y portugueses quieren comprometerse en serio y empujarla por todas partes para que avance.

El lema, además de sus carteles, que se verán por todas partes, ha nacido acompañado por un breve mensaje del Hermano Visitador de la Arlep, Jesús Miguel Zamora, que podéis ver y oír pinchando A Q U Í .

Interesante también la canción que interpreta un grupo ligado a La Salle-Paterna. Un clip animado y pegadizo que podéis ver pinchando A Q U Í .








sábado, 12 de septiembre de 2015

La Salle con los misioneros

Este próximo lunes, 14 de septiembre, comienza un nuevo curso de la Escuela de Formación Misionera, de Madrid, en cuyo nacimiento y animación los Hermanos de La Salle tenemos alguna responsabilidad. Conozcamos un poco esta interesante experiencia que, precisamente, este año está celebrando sus bodas de plata.

La Escuela de Formación Misionera, de Madrid, está celebrando sus bodas de plata. En estos 25 años, más de un millar de misioneros han pasado por sus aulas para prepararse a la misión lejos de su tierra.

Este centro para misioneros surgió en 1990, cuando  quienes se sentían llamados a la misión ad gentes no eran ya solo los miembros de instituciones misioneras y religiosos en general, sino también multitud de personas de toda clase y condición, con profundas convicciones cristianas y ansias de compromiso. Tal vez por ello, en la prehistoria de la Escuela hallamos unos cursos de Misionología que ofrecían los Hermanos de La Salle en su Instituto San Pío X, allá por los años ochenta.

Por aquellas mismas fechas, la Conferencia Episcopal Española (CEE) solicitó a la Conferencia Española de Religiosos (CONFER) la creación de una escuela de formación para misioneros. Como el por aquel entonces encargado de CONFER-Misiones, el Hermano Pedro Arrambide, era también el principal responsable de la Misionología en el San Pío X, la forma más sencilla de cumplir el encargo de los obispos pareció reestructurar y ampliar aquel curso de Misionología. Y a esa tarea se puso de inmediato con entusiasmo el Hermano Pedro.

En la labor contó con varios apoyos importantes, ya que a la idea del centro de formación para misioneros se sumaron enseguida varias instituciones: desde las Obras Misionales Pontificias (OMP) hasta el Servicio Conjunto de Animación Misionera (SCAM), pasando por el Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME), la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA), los Cristianos con el Sur (OCASHA) y la Coordinadora de Asociaciones de Laicos Misioneros (CALM), que terminaron fundando la Escuela de Formación Misionera y son, con los Hermanos de La Salle, sus actuales patrocinadores.

Además del impulsor de la Escuela, el ya mencionado Hermano Pedro Arrambide, otros Hermanos directamente implicados en su animación han sido José Manuel Ruiz, Vicente Clemente y, ahora mismo, Felipe García; todos ellos ocupaban, al mismo tiempo, puesto de responsabilidad en la animación de PROYDE. Varios lasalianos se han contado también, en distintos momentos, entre los alumnos de la Escuela.

La Escuela de Formación Misionera organiza cada año en el Centro La Salle-ARLEP, de Madrid, un curso intensivo para personas a punto de incorporarse a la misión en países pobres. Su actividad se desarrolla durante los tres meses de otoño. En su programa de estudios, la realidad del mundo actual, el hecho religioso y diversos contenidos relacionados con la evangelización. El plan también incluye algunas visitas de interés, así como jornadas de convivencia entre los alumnos y liturgias compartidas.

Aquellos nutridos grupos iniciales de futuros misioneros han ido dando paso en la Escuela a listas más reducidas, de laicos y religiosas sobre todo, jóvenes de todas las edades, no todos españoles, incluido algún misionero con largos años de brega a sus espaldas que ve en la Escuela una oportunidad ideal para reciclarse.

La celebración es, sin duda, una espléndida noticia, no solo para los amigos de La Salle, sino también para toda la Iglesia española, que reafirma la vitalidad de la vocación misionera entre sus fieles.

Página web de la Escuela de Formación Misionera de Madrid: http://www.escuelaformacionmisionera.org/index.html



sábado, 5 de septiembre de 2015

Contagiando fe y alegría

Hermanas Guadalupanas de La Salle
en Madagascar

Mamoeramanjaka es un poblado pequeño que se encuentra en la meseta central de la gran isla de Madagascar, no lejos de la capital, Antananarivo, si medimos la distancia en kilómetros; algo más lejos si tratamos de precisar el tiempo que nos puede costar llegar hasta allá.



Las Hermanas Guadalupanas de La Salle malgaches desarrollan en Mamoeramanjaka una bonita misión que pretende abarcar un poco todas las facetas de la evangelización del mundo rural malgache, aunque centradas sobre todo en lo más esencial del carisma lasaliano: la evangelización de los niños y jóvenes a través de la escuela, la catequesis y la pastoral en general, en un ambiente de pobreza intensa.

En íntima comunión vital con sus vecinos, a quienes pretender contagiar su profunda fe encarnada y en acción,
la característica principal de la presencia de las Hermanas en Mamoeramanjaka quizás sea la manera sencilla y profundamente gozosa de compartir la pobreza con sus vecinos. Una pobreza sencilla y alegre que, entre otras cosas, se despliega con enorme generosidad cuando de acoger a un visitante se trata, como he tenido el gusto de comprobar personalmente. ¡Gracias, queridas Hermanas!



En relación con lo que el excelente vídeo que proponemos presenta, debemos decir que, viendo que la casita que acogía a la comunidad amenazaba ruina, las Hermanas Guadalupanas de La Salle de Mamoramanjaka están construyendo una nueva casa comunitaria, muy sencilla, a las afueras del pueblo. Estará disponible en poco tiempo. 

De cara al futuro, las Hermanas mueven los hilos para encontrar financiación suficiente para construir y animar un liceo especializado en formación agrícola, con el que tratar de evitar el éxodo de los jóvenes a la ciudad, huyendo de un trabajo agropecuario que en la actualidad ofrece horizontes muy limitados. Actualizando las técnicas de cultivo, tecnificando el trabajo y mejorando variedades vegetales y animales tal vez las cosas se vean de manera más optimista de cara al porvenir. Eso es, al menos, lo que piensan las Hermanas.

Un espléndido vídeo, de casi 28 minutos de duración, 
que podéis ver A Q U Í .


martes, 11 de agosto de 2015

Nicolás Roland: últimos detalles lasalianos

Precursores de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (20)

Un par de obras solamente nos quedan de la producción escrita del beato Nicolás Roland: una conferencia, de las muchas que tuvo que impartir como canónigo teologal de Reims que fue, y un librito dirigido a las religiosas que él fundara, titulado "Pequeño tratado de las virtudes que son necesarias a las Hermanas del Niño Jesús".

Sin embargo, su obra más interesante quizás sea un libro póstumo, titulado "Avisos dados por el difunto Nicolás Roland, teologal de Reims, para el comportamiento de las personas que siguen una regla", comúnmente conocida como los "Avisos"

Esta obra fue publicada en 1686, es decir, ocho años después de la muerte de Roland. Al parecer, sus hijas espirituales conservaban apuntes de sus conferencias y recordaban, por haberlas copiado o, incluso, de memoria, numerosas máximas salidas de la boca de su fundador. Alguien tuvo la feliz idea de recogerlo todo en un solo folleto y luego darlo a la imprenta.

Lo curioso es que, si hacemos caso a lo que sugiere el Hermano León María Aroz[1], hay ciertos indicios que parecen apuntar a que el encargado de llevar a cabo esa labor de recopilación de materiales y preparación de la publicación fue, precisamente, Juan Bautista De La Salle. Nada extraño, por otra parte, si tenemos en cuenta los vínculos de amistad, confianza e intimidad espiritual que unieron a ambas figuras cuando el canónigo teologal aún vivía, y la exquisita preparación teológica del amigo de Roland. Quién sabe...

Digamos, para concluir, que las Hermanas del Niño Jesús consideran a san Juan Bautista De La Salle como su cofundador. De hecho, en la capilla de su Casa Madre, en la calle Barbâtre, de Reims, conservan una bella estatua de De La Salle, mientras que en el Archivo de la Congregación de las Hermanas se pueden admirar numerosos recuerdos del también fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.



[1] Cahiers Lasalliens, nº 38.

sábado, 1 de agosto de 2015

Nicolás Roland versus De La Salle

Precursores de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (19)

Por lo que respecta a De La Salle, sus biógrafos apuntan que fue “al lado de Roland donde adquirió todo el celo que manifestó para contribuir a la educación de la juventud”. Los historiadores añaden, además, que fue a través de Roland, o gracias a él, como De La Salle conoció el movimiento escolar y sus principales realizaciones en París, Lyon y Ruan. Por otra parte, sus cinco años de intensa relación espiritual seguro que hicieron que algunos de los planteamientos de Roland tomasen cuerpo en su joven dirigido y diesen fruto abundante en él. El hecho de que, en vísperas de fallecer, Nicolás Roland encagara a su dirigido espiritual De La Salle de concluir las gestiones para el reconocimiento oficial de las Hermanas del Niño Jesús no puede significar otra cosa que entre ambos se había establecido una relación de estima y confianza.

Es siempre complicado rastrear los vericuetos que sigue la Providencia para encaminar a sus elegidos por sus misteriosos senderos, pero en el caso de De La Salle no hay duda de que estas gestiones para el reconocimiento oficial de las Hermanas fundadas por Roland prepararon al canónigo De La Salle para dar una respuesta apropiada a las invitaciones relacionadas con las escuelas gratuitas que le traía Adrián Nyel desde Ruan. Su rápida opción por dirigirse a los párrocos y dedicarse a las escuelas de caridad tendría mucho que ver, precisamente, con las dificultades encontradas en las altas instancias diocesanas para reconocer a las Hermanas. Llegando a acuerdos con los párrocos y evitando estructurar demasiado una nueva institución de maestros esperaba sortear muchas de estas dificultades.

La invitación a recordar a menudo la presencia de Dios, los sostenes de la comunidad, tocar o mover los corazones, procurar la gloria de Dios, ardiente celo apostólico… son expresiones que coinciden de manera idéntica en Roland y en De La Salle. Ambos manejan con mucha soltura la palabra de Dios, y a ambos les gusta de manera particular citar a san Pablo.

La opción de Roland por la gratuidad  —“me dedicaré a formar a maestras de escuela que enseñen gratuitamente”—, por los más pobres, son decisiones que le acercan mucho a De La Salle, incluso en el tenor literal de algunos de sus escritos: “Tanto entre las huérfanas como entre las escolares, preferid siempre las más deformes, las que tengan discapacidades, las ingratas y las menos agradables para hacerles partícipes de vuestras caricias y servicios”.

Su afán por dirigirse a las niñas de manera sencilla, empleando términos y expresiones que ellas puedan captar con facilidad, poniéndose a su nivel expresivo, son preocupaciones que nos recuerdan a algunos textos que más tarde escribirá De La Salle. He aquí un texto de Roland que trata de estas cuestiones: “Hay que anunciar a estas jóvenes las verdades del Evangelio no con palabras estudiadas […] sino de una manera tan sencilla que todas las palabras que les digamos sean claras y fáciles de comprender”.


Hay, con todo, una diferencia importante entre la primitiva concepción lasaliana del catecismo y de las escuelas cristianas y la que sobre estos asuntos sostenía Roland. Porque, en efecto, este, en uno de sus escritos, afirmará  —dirigiéndose a sus Hermanas—  que “por encima de cualquier otra cosa no olvidéis dedicaros todos los días a la instrucción cristiana, ya que únicamente para ello he instituido las clases y he introducido en ellas las lecciones de escritura y cálculo; porque si el catecismo se pudiera llevar a cabo sin la organización escolar, lo habría hecho”. De La Salle era de una opinión muy diferente; para él el lugar ideal del catecismo era la escuela, perfectamente imbricado con el resto de las actividades escolares, y hasta injertado en ellas, contando con la figura clave de un maestro cristiano ejemplar al frente de todo. Así se lo indica al Hermano Gabriel Drolin que, en Roma, había comenzado a impartir el catecismo en un templo parroquial: “No me gusta que nuestros Hermanos den el catecismo en la iglesia; con todo, si estuviere prohibido darlo en la escuela, es preferible que lo hagan en la iglesia a no hacerlo”.

Nicolás Roland no fue una figura destacada de aquel movimiento de reforma de la Iglesia, que bullía por todos los rincones de aquella Francia del siglo XVII. Los expertos afirman que su pensamiento apenas ofrece nada de verdaderamente original, mientras que sus inquietudes apostólicas son las de tantos otros cristianos coherentes y generosas de la época. Pero a través de su persona, sin duda, muchas de aquellas inquietudes terminaron pasando al joven De La Salle y se desarrollaron en él con una fecundidad que, probablemente, ni Roland ni siquiera el propio De La Salle  —así lo confiesa al final de su vida—  hubieran imaginado jamás. En palabras de Blain, fue “bajo la dirección de este excelente guía como el Señor De La Salle le tomó el gusto a la instrucción de la juventud. Fue en el celo de este veterano canónigo donde el joven bebió los primeros ardores del suyo por las escuelas cristianas y gratuitas”.


Hermano Josean Villalabeitia