martes, 25 de septiembre de 2012

Religiosos Hermanos


IDENTIDAD Y ROL 

DEL HERMANO RELIGIOSO 

EN LA ESCUELA DE HOY


Entrevista a los Hermanos Fernando León, Hugo Cáceres y Marco Albani, todos ellos miembros de Institutos religiosos dedicados a la educación, en el marco del primer Encuentro Intercongregacional de Religiosos Hermanos, que se está desarrollando en estos momentos en Roma.


http://www.zenit.org/article-43195?l=spanish

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Comienza el curso en los Centros La Salle



El Distrito Arlep, que reúne las obras lasalianas de España y Portugal, comienza el presente curso 2012-2013 con el lema común "De ti depende, de ti dependo", centrado en la responsabilidad. He aquí tres vídeos, a propósito de dicho lema, colgados en la red por distintas entidades lasalianas.

La Salle-El Carmen (Melilla)

Pastoral del Colegio La Salle-Antúnez, de Las Palmas de Gran Canaria

Colegios La Salle. Distrito Arlep


sábado, 8 de septiembre de 2012

De La Salle, en femenino…


Hermana Roberta Vitasoa, Guadalupana malgache

Una pregunta que surge a menudo, hasta en los círculos lasalianos mejor informados, es si existen Hermanas de La Salle, es decir, chicas, mujeres, religiosas organizadas según el carisma de San Juan Bautista De La Salle.

La respuesta es sencilla: sí que existen, aunque inmediatamente después hay que matizar un poco. Son Hermanas de La Salle, en efecto, aunque no fueran fundadas por Juan Bautista De La Salle en persona, sino por alguno de sus Hermanos. Y, además, las dos congregaciones existentes son bastante recientes; ambas nacieron en el siglo XX, después de la Segunda Guerra Mundial.

Dos congregaciones distintas
Nos referimos, por una parte, a las Hermanas Guadalupanas de La Salle, fundadas en 1946 en Méjico, por el famoso Hermano “Juanito”, que, a pesar de tan castizo nombre, era de nacionalidad francesa; eso sí, llevaba muchos años de misionero en tierras mejicanas y conocía bien la idiosincrasia y necesidades de su país de adopción. Las Hermanas Guadalupanas de La Salle son en la actualidad unas 240 y están extendidas por una docena de países de cuatro continentes.

Además de las Guadalupanas, están también las La Salle Sisters, nacidas en el Extremo Oriente justo después del Concilio Vaticano II, que rondan hoy el medio centenar de Hermanas, extendidas por Estados Unidos, Tailandia y Vietnam. Ambas congregaciones comparten el carisma lasaliano, aunque en la práctica son dos instituciones distintas, con estatutos y superiores diferentes.

Los Hermanos españoles llevan ya varios años invitando a algunas Hermanas Guadalupanas a participar en distintas actividades de formación en el carisma lasaliano que se organizan en la ARLEP, de manera que, además de beneficiarse de la experiencia, puedan crear lazos lasalianos y aportar su propia sensibilidad femenina y su manera diversa de comprender las distintas problemáticas que se abordan en esas sesiones formativas.

La Hermana Roberta
Hemos hablado con la Hermana Roberta Vitasoa, Guadalupana de La Salle nacida en Madagascar, que celebró en España su 38º cumpleaños. La Hermana Roberta, participante en el CEL y la Comunidad de Emaús del curso pasado, realizó estudios universitarios de pedagogía y, antes de venir a España, dirigió en su país, durante seis años, dos colegios de su congregación.

La decisión de Roberta de hacerse religiosa fue una sorpresa para toda su familia, que no lo aceptaba de ninguna manera: “Como mis mayores no eran cristianos, no podían comprender mi opción. Pero el amor de Dios me había atrapado, y yo estaba completamente convencida de que el Señor me llamaba por ese camino”.

Por otra parte, en Madagascar –y menos aún en su tribu, los “bara”– no es nada normal que una mujer se dedique al estudio y logre concluir una carrera universitaria. “Sin embargo, mi padre era en esto una excepción; quería que yo fuese a la universidad y estudiara allí lo que más me gustase –nos cuenta la Hermana Roberta–. Y, para conseguirlo, estaba siempre muy pendiente de mí, de modo que no me distrajese con discotecas, chicos, etc. Este era otro motivo por el que él no quería que yo fuese religiosa. Pero, después de profesar como Hermana, creo que he cumplido de sobra aquellos deseos de mi padre, aunque, por desgracia, él no vivió para verlo”.

La Hermana Roberta se siente una privilegiada por haber podido estudiar en la universidad, si bien entre sus Hermanas esto es lo habitual. “Las Hermanas Guadalupanas malgaches tenemos muy claro que si queremos prestar un buen servicio a la sociedad debemos estar bien preparadas intelectualmente, y luego, también, ser muy generosas en nuestro trabajo”.

Esta opción de las Hermanas por una formación exigente les da más de un quebradero de cabeza: “Enviar Hermanas a la universidad no es nada fácil para nosotras, porque, por una parte, la estudiante apenas puede ayudar a sus Hermanas en los colegios; y, por la otra, supone gastar un dinero que cuesta obtener y, a veces, escasea. Pero, apretándonos un poco el cinturón y solicitando aquí y allá alguna ayuda, hasta el momento hemos podido formar a bastantes Hermanas en Pedagogía, Filosofía o Teología. Además, las elegidas no pierden el tiempo y suelen tener buenos resultados académicos”.

Los Hermanos y las Hermanas
La Hermana Roberta nos cuenta que ella estudió en un colegio de Hermanos y conoce bien a algunos de ellos. “Los Hermanos dirigen en Madagascar algunos de los colegios más prestigiosos; cuentan con buenos profesores y suelen tener resultados muy brillantes en los exámenes oficiales. Pero, a veces, son demasiado elitistas, porque el Estado no ayuda nada a la educación privada”.

Quienes conocen ambas instituciones, no obstante, señalan diferencias muy profundas entre ellas. Para la Hermana Roberta, no hay que ver demasiados misterios en ello: “Los Hermanos llevan más de un siglo en Madagascar y algunas de sus obras, que en su momento eran muy evangélicas, están hoy al servicio de la gente rica de las ciudades. Por otra parte, son bastante numerosos y en un gran rebaño se suelen encontrar ovejas de todos los colores. Las Hermanas, en cambio, estamos empezando y tratamos de mantenernos muy fieles a nuestro carisma de servicio a los más pobres”. Y, en efecto, quienes las han visitado sobre el terreno se hacen lenguas describiendo las condiciones de pobreza radical en las que viven, la fraternidad evangélica que desprenden sus comunidades por todos sus poros y la encomiable entrega a la misión de que hacen gala, muchas veces en condiciones extremadamente duras.

Fueron, precisamente, los Hermanos malgaches quienes introdujeron la Congregación de las Guadalupanas en Madagascar. “Entre las alumnas de los Hermanos había un grupito de chicas empeñadas en «ser como ellos». Varios Hermanos se encargaban de la animación espiritual y vocacional del grupo. Como la cosa parecía que iba en serio, hablaron con las responsables de las Hermanas Guadalupanas, que vinieron a conocer en directo qué pasaba con aquellas chicas. Lo que vieron debió de gustarles porque al poco tiempo se abría en la isla un postulantado, que dio lugar, poco después, al primer noviciado guadalupano, formado por siete novicias malgaches y dos formadoras mejicanas”. Una de aquellas novicias era, precisamente, la Hermana Roberta.

Identidad marcada
Observadas desde fuera, parece como si hubiera dos tipos de Hermanas Guadalupanas de La Salle: unas que se dedican a distintos servicios domésticos o fraternos, y otras más centradas en el apostolado directo, escolar y/o catequístico. La Hermana Roberta, sorprendida, rechaza de plano este planteamiento y reacciona a nuestras palabras con vehemencia: “Hacer este tipo de distinciones es un error grave. Nuestra consagración gira en torno a un único eje esencial: procurar la gloria de Dios realizando juntas y por asociación distintas actividades cuyos destinatarios finales son, en definitiva, los niños y jóvenes pobres. Todas las Hermanas nos sentimos íntimamente comprometidas con los proyectos del Instituto, aunque luego, en función de las necesidades y circunstancias concretas, a cada una nos corresponda una tarea particular”.

Y, por si quedaran dudas, nuestra Hermana remacha su explicación de otra manera: “Cada Hermana aporta algo distinto, es cierto, pero, hagamos lo que hagamos, todas vivimos la misma espiritualidad y participamos en la misma misión. Somos una única congregación, con una única misión y una única espiritualidad, aunque desarrollemos un amplio y variado abanico de actividades”.

La expansión de la Congregación de Hermanas Guadalupanas por Madagascar ha sido llamativa de verdad. “Bueno, en este momento somos 44 Hermanas, prácticamente todas menores de cuarenta años. Hace cuatro años saltamos a la vecina isla de La Reunión, en donde ahora tenemos una comunidad, y estamos madurando la posibilidad de fundar en algún país africano, ya que dos de nuestras Hermanas son ruandesas”.

La viña del Señor es inmensa, pero, para cultivarla, las Hermanas Guadalupanas de La Salle malgaches confían en la generosidad de las jóvenes de su tierra: “Dios continúa mostrándose rico en misericordia con nosotras... Por ello, nos envía chicas entusiasmadas por Él que buscan en nuestras comunidades una fraternidad evangélica contagiosa y desean gastar gustosas su vida al servicio de la juventud más pobre... Esperamos no defraudarlas demasiado y, con la ayuda de todos, poderlas formar como se merecen”.

Hermano Josean Villalabeitia