domingo, 13 de junio de 2010

Miguel Delibes, lasaliano




El pasado 12 de marzo nos dejaba para siempre Miguel Delibes, unánimemente reconocido por crítica y público de toda condición como una de las voces más prominentes, si no la mejor, de la literatura castellana de la segunda mitad del siglo XX.

Delibes, amigo de La Salle.- El niño Delibes estudió en el lasaliano Colegio “Nuestra Señora de Lourdes”, de su Valladolid natal; en él cursó, entre 1930 y 1936, el bachillerato de la época.

Nada tiene, pues, de extraño que en aquellas austeras aulas lasalianas Miguel Delibes aprendiera los rudimentos de una lengua castellana que llegaría a manejar con una maestría al alcance de muy pocos. También allí, en las sesiones dominicales del Colegio, se aficionaría al cine.

El Hermano León, en la Memoria Colegial de 1936, nos ha dejado una valoración precisa de los logros académicos y personales del futuro escritor: “Sin ser enciclopédico en sus conocimientos, posee no obstante una sólida formación asaz general, excelente preparación para comenzar los estudios universitarios. Tiene grande aprecio de la virtud cristiana y lo demuestra en su lenguaje siempre digno”. Sin duda, prometía...

Pero la estrecha relación del joven Delibes con la familia lasaliana se prolongaría más allá del estricto periodo escolar, hasta el punto de elegir, en 1946, la capilla del Colegio de Lourdes para casarse con su queridísima Ángeles de Castro, que marcaría profundamente su existencia.

Luego, a lo largo de su vida, serían numerosas las ocasiones en que Don Miguel manifestó en público su reconocimiento y cariño a los Hermanos de La Salle.

Delibes lasaliano.- En el momento del adiós definitivo, como homenaje a su memoria y hermoso legado para sus amigos lasalianos, podríamos destacar dos valores perennes de la obra de Delibes, que lo conectan de lleno con las convicciones de sus primeros profesores.

El primero sería su firme y permanente apuesta por los más pobres, por poner de relieve y dar voz a los que no cuentan, a los que han sido olvidados por todos, a los desposeídos y desheredados. Varias de sus novelas ambientadas en el mundo rural, de profundidad y belleza literaria impresionantes, serían, a este respecto, referencias ineludibles, donde la compasión por el prójimo sufriente sacude con su interpelación hasta los más recónditos rincones del corazón del lector.

Un segundo valor lasaliano de Delibes, emparentado sin duda con el anterior aunque menos conocido, sería su recia e inquebrantable fe cristiana, siempre comprensiva y nada anclada en posiciones inamovibles, que, según confesó a menudo en los últimos años, iluminó permanentemente su caminar y le ayudó a sobrellevar el intenso dolor que las pérdidas de los seres queridos y los achaques de la vida fueron provocando en su interior.

Descanse en paz nuestro querido Miguel Delibes, lasaliano de pro.

Hermano Josean Villalabeitia