El terremoto de Haití, el país
más pobre de América, significó en 2010 para muchos, entre otras cosas, el
descubrimiento de una realidad lasaliana que había pasado bastante
desapercibida y que, sin embargo, por diferentes motivos, merecía alguna
atención. Porque la historia de los Hermanos de La Salle en Haití es muy
original y está plagada de inquietudes carismáticas, generosidad y dinamismo
misionero. Por otra parte, si atendemos a la evolución de La Salle en Haití, es
de subrayar la enorme vitalidad que se observa hoy en día por aquellas tierras caribeñas.
Piratas y jubilados.-
Los Hermanos de La Salle llegaron a Haití en 1974. Dicen que su decisión
definitiva vino precedida por el viaje de un Hermano canadiense de cierta edad
que buscaba fuera de Canadá algún lugar donde poder seguir entregándose sin
trabas a la misión lasaliana, a poder ser entre los más pobres. El hecho de
disponer de una jubilación sustanciosa facilitaba bastante la tarea pues
evitaba, en buena medida, los problemas derivados de la financiación de obras y
comunidades.
Su lengua materna, el francés,
llevó a este Hermano inquieto a Haití, y dentro de este país, buscando
radicalidad, su destino final fue la isla de La Tortuga, famosa en otra época como
refugio de bucaneros, que por su situación geográfica, orografía, clima,
condiciones de vida de sus habitantes y otras circunstancias podría ser con
razón calificada como lo más pobre entre los pobres haitianos.
La idea de fundar en la isla de La
Tortuga sedujo enseguida a algunos otros Hermanos canadienses jubilados de modo
que pronto estuvieron en condiciones de organizar la primera comunidad
lasaliana de Haití, integrada por cuatro Hermanos jubilados del por aquel
entonces Distrito Francófono de Canadá, que se fueron incorporando a ella progresivamente.
Salto a la "gran tierra".-
Así llaman en Haití a la parte de La Española -otra isla- en la que vive la mayor parte de los haitianos,
y en ella va a proseguir la aventura de aquellos pioneros. Con enorme impulso,
como indica el crecimiento de obras y comunidades que se produce en muy poco tiempo.
Así, en 1976, dos años después de la llegada de los primeros Hermanos a La
Tortuga, se abrirá en Puerto de Paz, en las costas norteñas de la gran tierra, justo
enfrente de la isla de La Tortuga, el Colegio de Nuestra Señora de Fátima.
Una circunstancia providencial va
a acelerar aún más, si cabe, la implantación lasaliana en Haití. Y es que los
Hermanos Menesianos, presentes en el país desde 1864, desean reagrupar sus
comunidades, dispersas por toda la geografía haitiana, y ven en la presencia de
los lasalianos al noroeste una oportunidad de oro para adoptar decisiones. De
esta forma, llegarán al acuerdo de traspasar a los Hermanos de La Salle dos escuelas
primarias: San José, en Puerto de Paz, en 1977, y la de San Luis del Norte, a
pocos kilómetros, que pronto se transformará en Liceo de Bachillerato, en 1979.
Este periodo inicial de implantación concluirá en 1980 con el traspaso a manos
de los lasalianos del Liceo Diocesano de Puerto de Paz, que hasta entonces
había sido dirigido por los Monfortianos, apóstoles de la primera
evangelización de aquella comarca.
Que La Salle valora por aquellos
años con optimismo su presencia en Haití lo sugiere la inauguración, en 1985,
del Centro La Salle, de Puerto de Paz, destinado a casa de formación, que
pronto acogerá un noviciado. Por esa época también, en 1986, se inaugura el
Liceo de La Tortuga, al tiempo que, un par de años más tarde, se abrirá una
sección técnico-profesional en el Colegio de Fátima.
Este final de los años 80 señala
el punto culminante de la actividad de los Hermanos canadienses en Haití, que
llegarán a ser una treintena, casi todos jubilados en su país -que no en Haití-, distribuidos en seis
comunidades, situadas todas hacia el noroeste del país.
Entre tradición e innovación.- La
actividad apostólica de los Hermanos de La Salle en Haití en los primeros
veinte años de la fundación se caracteriza, en parte, por su fidelidad a lo que
ha sido clásico entre los lasalianos desde el primer momento de su larga
historia: animación de escuelas primarias, colegios de bachillerato, una
escuela profesional, actividades catequísticas en ambiente escolar y parroquial,
pastoral vocacional...
Pero, al mismo tiempo, su
actividad presenta rasgos muy originales, sobre todo en la isla de La Tortuga, hasta
el punto de haber oído a más de uno proclamar por allá que "gran parte de
lo que hay aquí lo promovieron los Hermanos canadienses". Se referían a la
construcción de caminos y carreteras, escuelas, campos deportivos, centros de
alfabetización de adultos, cooperativas para campesinos y mujeres, centros
culturales, y hasta una caja de ahorros. A este respecto, es de subrayar el intenso
apoyo que recibieron los Hermanos, para financiar sus proyectos, de la Agencia
Canadiense para el Desarrollo Internacional (ACDI).
Esta labor misionera de impulso
al desarrollo, que sostienen los Hermanos con ayudas del exterior, continúa en
nuestros días, con las obras de instalación de una ambiciosa conducción de agua
en La Tortuga, por ejemplo, o esos dos establecimientos de reprografía que
prestan valiosos servicios a la población, al tiempo que contribuyen a la
financiación de los centros escolares.
La actualidad.- A partir de los
años 90 parece claro que Canadá no va a poder reemplazar a los Hermanos misioneros
en Haití que, como consecuencia de la edad y las enfermedades, van abandonando
la misión caribeña. Habrá que dejar algunas obras y buscar refuerzos en otros
distritos más boyantes en personal. A la llamada acudirán algunos franceses y
también, a partir de 1999, Hermanos colombianos del Distrito de Bogotá. En 2005,
Haití dejará de pertenecer al Distrito de Canadá para unirse a la Delegación de
Antillas, y algo más adelante, con la reorganización general de aquella zona,
pasará a formar parte del Distrito de Antillas-México Sur, al que pertenece en
la actualidad, junto con otros sectores lasalianos caribeños, como son la
República Dominicana, Cuba y Puerto Rico.
Los jóvenes haitianos se han ido
interesando estos últimos años por la vocación de Hermanos, de modo que se
habilitó, esta vez en la capital, Puerto Príncipe, otra casa de formación, que
ha servido de noviciado o escolasticado, según los momentos, reservando el
Centro La Salle, de Puerto de Paz, como postulantado. Tras el terremoto, con
las generosas donaciones recibidas un poco de todas partes, se pudo iniciar la
construcción de un nuevo colegio lasaliano, también en la capital, que está ya en
su tercer curso de funcionamiento.
En la actualidad el sector de
Haití cuenta con una treintena de Hermanos, la mayor parte haitianos de
profesión temporal, aunque son ya tres los que han superado la barrera de los
cincuenta años. Los apoyan cinco Hermanos extranjeros, algunos de edad ya provecta.
Las comunidades son cinco: isla de La Tortuga, dos en Puerto de Paz -Fátima y La Salle- y otras dos, las más recientes, en Puerto
Príncipe.
Las Siervas Lasalianas de Jesús.- Una
rama muy joven del tronco lasaliano haitiano es también esta congregación de
religiosas, de carisma intensamente lasaliano, que está dando sus primeros
pasos en Haití. Nacieron en Puerto de Paz a principios de los años 90, aunque
su reconocimiento episcopal data de 1998.
El origen de este nuevo Instituto
lasaliano hay que buscarlo en el Colegio de Nuestra Señora de Fátima, del que
varias de sus iniciadoras eran maestras. Poco a poco, con el apoyo inestimable
del Visitador Auxiliar canadiense para la zona y la dirección espiritual del
Hermano Hermann Austinvil, haitiano, a la sazón director del Colegio, el grupo
de maestras va estructurándose y planteándose metas cada vez más exigentes.
Según las propias Hermanas afirman, el Hermano Hermann, al que consideran su
fundador, "sabía atraer la atención de los profesores sobre la situación
de los alumnos más afectados por las dificultades familiares, económicas y
escolares, y nos recordaba constantemente lo que Juan Bautista De La Salle deseaba
para los niños confiados al cuidado de sus discípulos".
Las Siervas Lasalianas de Jesús profesas
son hoy siete, aunque tienen varias postulantes. Animan en Puerto de Paz un
orfanato para niñas pobres, dos escuelas y un dispensario.
Hermano Josean Villalabeitia
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