martes, 5 de mayo de 2015

Nicolás Roland (1642-1678)

Precursores de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (17)


La influencia de este canónigo remense en su joven familiar lejano, Juan Bautista De La Salle, del que fue director espiritual durante aquel importante lustro en que De La Salle se preparaba para ser ordenado sacerdote, es probablemente mayor de lo que solemos imaginar. Históricamente, Roland se halla en los orígenes del itinerario de nuestro Santo Fundador en un periodo vital en que las personas son especialmente permeables a ciertas influencias. Por otro lado, es llamativo constatar la cantidad de temas desarrollados por Juan Bautista que habían sido ya tratados o, al menos, insinuados por Roland.

Lo primero que sorprende es la similitud de itinerarios vocacionales en ambos. Porque el recorrido espiritual del joven Nicolás Roland se parece mucho, en determinados momentos trascendentales, al de Juan Bautista De La Salle, aunque otros aspectos sean netamente diferentes.

Nicolas Roland nació en 1642, en el seno una familia rica y poderosa de Reims. Era solo ocho años y medio mayor que su posterior dirigido; demasiada juventud para la figura de un director espiritual, lo que no deja de llamar la atención. Que los Roland eran una familia influyente en la villa del champán nos lo puede sugerir el hecho de que varios de sus tíos fueron alcaldes o altos cargos de aquella región, y un par de ellos canónigos; de hecho, el joven Nicolás heredaría la prebenda de canónigo de su familia. Su padrino, el Padre Mateo Beuvelet, perteneció a la comunidad de san Nicolás del Chardonnet y fue un escritor espiritual de renombre. El propio Roland fue criado por una tía, viuda de un alto cargo del municipio remense. Una familia de postín, en efecto...

Nicolás Roland fue educado en coherencia con sus orígenes familiares: aprendió a leer desde muy pequeño y luego estuvo bastantes años interno en el colegio de los jesuitas de su ciudad natal. Habiendo alcanzado un cierto nivel de formación, abandonó el internado para iniciar una carrera de rico comerciante. A esas alturas de su vida, viajando por alta mar para impulsar definitivamente sus negocios, vive una aventura de intenso peligro, físico y moral a la vez, que le obligará a recapacitar. Aunque no se conocen demasiados detalles de lo que sucedió, es evidente que le tocó sus fibras más profundas, hasta el punto de hacerle regresar a puerto, renunciar a sus proyectos y cambiar de vida por completo; abandonará sus ambiciones mundanas y se decidirá a ser sacerdote para dedicarse por entero a la misión apostólica. He aquí la primera gran conversión de Nicolás Roland: la conversión a Dios y a su Reino.

A resultas de esta conversión, Nicolás intentará hacerse jesuita, pero los seguidores de san Ignacio no le admitirán. Frecuentará luego a los misioneros que se preparaban para ir a Asia, pero tampoco tiene sitio entre ellos, tal vez porque era de salud frágil… Por fin, regresa a su tierra, donde reanuda sus estudios. En 1663 obtiene el doctorado en Teología y poco después hereda la plaza de canónigo teologal en Reims, es decir, se convierte en el encargado de predicar en la catedral todos los domingos y fiestas, teniendo que impartir, además, tres conferencias por semana.

Ordenado sacerdote hacia 1668, se dedicará desde el primer momento a la dirección espiritual de religiosas y sacerdotes. En estas circunstancias le conocerá su compañero en el capítulo de la catedral de Reims, el canónigo De La Salle, que, a su vuelta de París, en 1673, elegirá a Nicolás como director espiritual.


Hermano Josean Villalabeitia

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