jueves, 8 de enero de 2015

La obra de Barré se desarrolla

Precursores de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (13)

Una vez que sus primeras escuelas para niñas pobres funcionan con cierta normalidad en Ruan, el Padre Barré cree que ha llegado el momento de reunir a las maestras en comunidad, para estructurar mejor su jornada y cuidar su formación espiritual y profesional. De ese modo, se mejorará, sin duda, la calidad del servicio educativo y, al mismo tiempo, las maestras tendrán más oportunidades de apoyarse mutuamente y crecer como personas, desde todos los puntos de vista.

Así las cosas, la primera comunidad de maestras del Padre Barré surgirá en 1666, y el primer seminario para su formación quedará inaugurado al año siguiente. Se trata del primer centro conocido dedicado específicamente a la formación de profesionales de la educación. Por esas mismas fechas Démia hace públicas sus Remontrances que, según parece, llegaron pronto a poder del Mínimo y le animaron a trabajar con más ahínco si cabe en la implantación de sus escuelas y maestras.

Para estructurar la institución de sus maestras, Barré sigue, en parte, el modelo de San Vicente de Paúl, que trató de organizar un grupo ‘secular’ de mujeres, pues, si las convertía en monjas, el derecho eclesiástico de la época las hubiera recluido en clausura. Así, además de atender a las escuelas y al catecismo, las maestras de Barré “vivirán en comunidad, sin hacer votos ni guardar clausura, bajo la guía del superior o de la superiora”. Deberán llevar una vida piadosa y del todo entregada al apostolado escolar. Esta institución de maestras del Padre Barré adoptó el nombre oficial de ‘Hermanas de la Providencia’, o ‘del Santo Niño Jesús’. “El espíritu del Instituto del Santo Niño Jesús es enseñar al prójimo de su sexo los elementos esenciales de la doctrina cristiana. Lo hacen de una manera apostólica y con el espíritu de desinterés que impulsó a los apóstoles a instruir a todo el mundo”.

Tras su éxito con las mujeres, Barré intentó calcar el modelo femenino, aplicándolo a la letra a hombres, que serían maestros de escuelas de chicos[1]. Para ello, ya antes de 1670 había abierto una escuela para niños pobres en Darnétal, a la que siguió alguna otra; y en 1674 abrió un seminario para la formación de los maestros a ellas destinados. La suerte no le acompañó en su apuesta por los varones, porque, como afirma Blain, “si pareció al principio que daba fruto, este fue efímero. Los maestros, o no adquirieron nunca el espíritu de su vocación, o no tardaron en perderlo”. El diagnóstico del biógrafo lasaliano sobre esta fundación masculina de Barré no ofrece dudas: “La realidad es que el piadoso Mínimo […] más de una vez intentó la fundación de escuelas de niños, pero sin éxito, pues ese talento no se le había confiado”.

Trece años después de comenzar su aventura escolar en Ruan, en 1675, el Padre Barré es enviado de nuevo a París, a su viejo conocido convento de la plaza Royal, para recuperar sus actividades de profesor de teología, a las que unirá su ya bien ganada fama de director espiritual y maestro de almas. Aunque la institución y las escuelas fundadas en Ruan continúan su proceso de consolidación y extensión a otros lugares, apenas llega a París, Barré repetirá exactamente los pasos que dio en Ruan: fundación de escuelas femeninas y constitución de una institución secular para las maestras, primero; y, poco más tarde, apertura de alguna escuela masculina con maestros. El resultado es idéntico: éxito para las mujeres y fracaso rotundo con los hombres[2].

Las maestras parisinas de Barré fueron iniciadas en la vida institucional por una Hermana expresamente llegada de Ruan con dicho objetivo. En París recibirán el nombre de Hermanas del Niño Jesús, o sencillamente, Hermanas de san Mauro, pues fue en la calle así conocida donde se estableció, en 1678, el primer seminario para maestras; en realidad, un auténtico noviciado. Del éxito de las Hermanas del Padre Barré en París puede dar cuenta el hecho de que a la llegada de los Hermanos de La Salle a la parisina parroquia de san Sulpicio, unos trece años después de la fundación de las Hermanas de Barré en París, estas dirigían ya, tan solo en dicha parroquia, ¡ocho escuelas para niñas pobres!

El Padre Barré falleció en 1686, con la indiscutible fama de haber sido uno de los más importantes promotores de escuelas para pobres del norte de Francia. Fue declarado beato por el papa Juan Pablo II en 1999.

Hermano Josean Villalabeitia




[1] De hecho, en los Estatutos y reglamentos redactados por el propio Barré en 1677, se habla a menudo de ‘maestros y maestras’, de ‘superior o superiora’, de ‘Hermanos y Hermanas’ y de ‘niños’ en general; aunque a veces los textos van exclusivamente en femenino. Según se indica en la introducción al texto, “este manuscrito revela un deseo de unir en una misma misión y en un mismo espíritu Hermanos, Hermanas y miembros laicos asociados, cada uno según su vocación propia y su papel específico”. Al propio Blain le gusta escribir ‘Hermanos y Hermanas de las Escuelas Cristianas’, o ‘Hermanos y Hermanas de las Escuelas de caridad’.
[2] Se sabe que en 1686 los maestros de Barré eran únicamente dos. En 1697 se promete enviar uno a la abadesa de Fontevrault, pero esta nunca llegó a recibirlo. A partir de esa fecha no hay ninguna noticia sobre los maestros fundados por el Padre Barré. En algún momento de su llegada a París, a los Hermanos de las Escuelas Cristianas se les confundió con los Hermanos de Barré, llegándoles incluso a llamar Hermanos del Niño Jesús.

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