martes, 7 de enero de 2014

Los Hermanos de la Vida Común

Precursores de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (1)


Entre los precursores de Juan Bautista De La Salle y sus Hermanos, quizás los más remotos en el tiempo sean los llamados “Hermanos de la Vida Común”. Esta orden religiosa nació en los Países Bajos mediado el siglo XIV, y se extendió bastante durante un par de siglos, sobre todo por Bélgica y Holanda. Uno de sus miembros más conocidos fue Tomás de Kempis, autor del libro de la Imitación de Cristo, tan leído en medios cristianos  —también en comunidades religiosas—  hasta hace bien poco.

Como el propio nombre de su institución sugiere, los Hermanos de la Vida Común vivían juntos, aunque no profesasen ningún voto. Se dedicaban a la oración y a la meditación, y llegaron a tener una espléndida reputación como copiadores de manuscritos y, más adelante, como impresores. Pero su vocación esencial era la enseñanza; primero de niños y, más adelante, también de jóvenes. Su programa de estudios primarios saltó los muros de sus comunidades para extenderse con largueza por las regiones donde estaban implantados. Constaba de lectura, escritura, algo de cálculo y todo cuanto fuera útil para el trabajo posterior de los chicos en la sociedad.

Dos detalles importantes, sobre todo, de los planteamientos de los Hermanos de la Vida Común los acercan a las experiencias que más tarde desarrollarían en profundidad los Hermanos de La Salle. Por un lado, en su enseñanza, los Hermanos de la Vida Común empleaban la lengua materna de sus alumnos y, por otro, sus lecciones eran siempre gratuitas. Además, animaban sus actividades desde una comunidad sólida, que consideraban como algo fundamental en su vida y en su trabajo apostólico.

Aunque se sabe de algún antiguo colegio francés que se inspiró en la experiencia de los Hermanos de la Vida Común para remozar sus estatutos y comenzar a funcionar de manera más moderna, la influencia directa de estos Hermanos neerlandeses en Francia, y en particular en los discípulos del Señor De La Salle, tuvo que ser muy limitada, porque jamás tuvieron comunidad en suelo francés. Pero uno nunca sabe cómo cobran cuerpo estas cuestiones…

Hermano Josean Villalabeitia


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