Como
viene siendo ya tradición desde hace casi veinte años, dos Hermanas
Guadalupanas de La Salle se han acercado
a Madrid para aprovechar las posibilidades de formación que ofrece el Distrito
Arlep y ampliar su experiencia lasaliana en lugares alejados de su misión
habitual. Nos referimos, en concreto, a la Hermana Lupita Huízar, mexicana,
como su propio nombre da a entender, que trabaja en estos momentos en Ecuador,
y a la Hermana Elisa Rasoanandrasana, malgache, aunque destinada, tras concluir
su formación en España, a Filipinas.
Esta
vez las dos Hermanas estuvieron menos tiempo de lo que últimamente era habitual
-un curso entero-. Ambas llegaron a
finales de agosto de 2017; Lupita marchó uno de los últimos días de ese mismo
año, mientras que Elisa tuvo que prolongar cuatro semanas más su estancia entre
nosotros para terminar de arreglar su visado para Filipinas; partió
definitivamente a finales de enero de 2018.
El
cometido fundamental de ambas Hermanas en Madrid ha sido participar en el CEL,
junto con otros Hermanos y lasalianos de la Arlep. Al mismo tiempo, han
conocido distintas obras del Distrito y contactado con un amplio ramillete de gente
relacionada con La Salle, de toda índole y procedencia. Elisa, además, ha
aprovechado para mejorar su conocimiento del inglés, que tan necesario le resultará
en su nueva misión.
Además
de disfrutar de su simpatía y calidad religiosa, las Hermanas nos han refrescado
las escasas referencias guadalupanas que solemos manejar los Hermanos, al
tiempo que nos traían noticias actualizadas de sus tierras de procedencia.
Hermana Lupita Huízar |
La
Hermana Lupita, que pasó varios años de su juventud en Estados Unidos y fue también
misionera en Filipinas, nos ha explicado los esfuerzos que se están haciendo para
implantar el Instituto Guadalupano de La Salle en Ecuador. Han tenido numerosas
candidatas y hasta algunas profesiones temporales pero, de momento, no acaban
de confirmar que las chicas ecuatorianas sigan con convicción el estilo de vida
lasaliano-guadalupano, perseverando en su inicial opción vocacional. En este
momento en Ecuador son siete Hermanas; tres de ellas ecuatorianas de profesión
temporal, el resto misioneras. No tienen centros propios, sino que participan
en obras de los Hermanos. Están organizadas en dos comunidades: Quito y Lacatunga,
a unos 100 kilómetros al sur de la capital, en donde las Hermanas comparten
misión con chicas voluntarias. La
Hermana Lupita, que pertenece a esta última comunidad, fue nombrada, a su
regreso de España, directora del voluntariado femenino del Ecuador.
Como
detalle curioso diremos que, hace todavía pocos años, las Hermanas hicieron un
intento de encargarse de la escuela de Azogues, que habían dirigido los
Hermanos, no lejos de los parajes andinos de Aguarongo. El antiguo Distrito de
Bilbao tuvo una intensa relación misionera con aquellas tierras y hasta envió a
varios Hermanos, entre ellos algún insigne director de Azogues; un par de ellos
siguen aún por aquellos lares. Por desgracia, la experiencia de las Hermanas en
Azogues duró muy poco tiempo.
La
Hermana Elisa, por su parte, sobre Filipinas nos ha contado que en este momento
hay allí dos comunidades guadalupanas: una en Bacolod y la otra en Antipolo, dos
localidades situadas en islas diferentes, relativamente alejadas entre sí. En
ambos lugares, las Hermanas colaboran en obras de los Hermanos: universidades y
centros de secundaria. Cuatro Hermanas filipinas y una mexicana constituían
hasta ahora el contingente guadalupano; con la llegada de Elisa podrán organizar
un equipo de tres Hermanas para cada comunidad.
Hermana Elisa Rasoanandrasana |
Si de
Filipinas no nos pudo decir gran cosa, la Hermana Elisa sí que conoce bien la
situación de las Hermanas Guadalupanas de La Salle en Madagascar. Como muchos
quizás saben, las Guadalupanas llegaron allí hace ahora 27 años, aunque algunas
candidatas llevaban en discernimiento vocacional y formación desde varios años
antes. Todo comenzó con la aspiración de algunas chicas malgaches, alumnas de
los Hermanos, a ser religiosas como los Hermanos. El proyecto avanzó impulsado
por la insistencia de estas chicas en profesar como lasalianas y la esforzada
fe de varios Hermanos que se dedicaron a atenderlas y formarlas, hasta que, al
final, hubo que tomar un decisión. Dialogaron, pues, los Superiores y
terminaron por aterrizar en Madagascar dos Hermanas mexicanas que se encargaron
del postulantado primero, y del noviciado después, en locales cedidos por los
Hermanos. Echaba así a andar en Madagascar el Instituto de Hermanas
Guadalupanas de La Salle.
Con la
ayuda cercana de sus Hermanos, las Hermanas crecieron y se propagaron con
rapidez por varios lugares de la gran isla índica. Hoy en día las Guadalupanas
malgaches son alrededor de sesenta y han enviado misioneras a Benín, Ruanda,
Filipinas e, incluso, al mismo México. De hecho, desde hace tres años, la
Vicaria General del Instituto es la Hermana Victoire Razanavoary, malgache, que
algunos Hermanos quizás conocieron en nuestra Casa Generalicia de Roma, en
cuyos Archivos sirvió varios años. En Madagascar, además de la Casa Central,
que presta servicios variados, las Guadalupanas malgaches tienen seis
comunidades, cada una con su correspondiente escuela, y un noviciado.
Las
Hermanas Guadalupanas de La Salle rondan en estos momentos las 250 religiosas y
están extendidas por varios continentes: Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador,
Estados Unidos, México y Perú, en América; Benín, Madagascar y Ruanda, en
África; Roma en Europa y Filipinas en Asia.
Que
las Hermanas Guadalupanas de La Salle pasen de vez en cuando por Madrid supone
una auténtica bendición para la Arlep, y también para ellas. Agradezcamos a
Dios la generosidad de los Superiores de ambos Institutos que hacen posible la
experiencia y pidámosle que seamos todos, con su ayuda, cada vez más fieles a nuestro
carisma común.
Hermano
Josean Villalabeitia
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