PRESENTACIÓN
Juan Bautista De La Salle, sacerdote francés nacido en Reims
en 1651 y muerto en Ruán en 1719, canonizado por la Iglesia Católica en 1900,
es muy conocido en su faceta de fundador de los Hermanos de las Escuelas
Cristianas, instituto religioso que ha alcanzado amplia difusión geográfica y
numérica. En ámbitos educativos, eclesiales o no, es también conocido por sus
intuiciones pedagógicas fundamentales; no en vano es el principal promotor de
la "Guía de las Escuelas", obra colectiva de los Hermanos de las
Escuelas Cristianas considerada unánimemente como la mejor obra pedagógica del
siglo XVIII. De hecho, su metodología e, incluso, su filosofía de base, al
menos en las escuelas masculinas, tuvieron una gran difusión durante los siglos
XVIII y XIX[1].
Sin embargo, en su faceta de maestro espiritual, el Santo De
La Salle es casi un auténtico desconocido. Se podría incluso asegurar que los
propios Hermanos por él fundados preferían, hasta fechas muy recientes, beber
en otras fuentes espirituales, más renombradas tal vez, o más fácilmente
asequibles en libros o predicadores populares. El Concilio Vaticano II, con su
invitación de ir a las fuentes fundacionales[2], y el entusiasmo infatigable de unos
cuantos Hermanos vinieron a enderezar el despropósito... Porque San Juan
Bautista De La Salle es,
sin duda, un
gran escritor espiritual.
Varios de sus veinte libros –entre ellos los dos más
profundos[3]-, y algunos otros documentos más breves,
así nos lo presentan: como un auténtico maestro espiritual, especialmente
elocuente para aquellas personas que dedican sus vidas al mundo de la
educación; o, para ser más precisos, utilizando palabras de la actual Regla de
los Hermanos, para aquellos "educadores que aspiran a convertir su
profesión en ministerio evangélico"[4].
Hemos elegido para nuestro trabajo de espiritualidad uno de
los dos libros mencionados más arriba como más profundos en la obra literaria
del Señor De La Salle: las "Meditaciones para los días de retiro"[5]. Y lo hemos hecho por varias razones;
una personal: es la obra de nuestro Fundador que mejor conocemos y, sin duda,
la que más nos gusta y nos interesa; otra práctica: se trata de un libro
relativamente breve y, por tanto, más manejable; y, sobre todo, por una razón
objetiva: porque las "Meditaciones para los días de retiro"
"forman un verdadero tratado [...] y se articulan siguiendo las líneas de
un plan de conjunto perfectamente trazado"[6]; o, como dice uno de esos mismos autores
en otra parte, porque "esas meditaciones son como el meollo del
pensamiento del Santo"[7]. Otro autor opina que estas meditaciones
son "el conjunto más completo sobre la espiritualidad del educador"[8] escrito por De La Salle. En definitiva,
uno de los mejores conocedores del libro no duda en afirmar que las
" constituyen un texto
descollante de la espiritualidad francesa de los siglos XVII y XVIII"[9].
Con la mayor brevedad de la que seamos capaces, intentaremos
seguir el plan propuesto por el profesor para el estudio de una obra concreta.
Al referirnos al libro lo haremos con las siglas MTR. Para nombrar al San Juan
Bautista De La Salle usaremos las siglas SJBS.
MEDITACIONES
PARA LOS DÍAS
DE RETIRO
1. Contexto[14]
Las MTR
son una obra puesta a punto por SJBS hacia el final de su vida[15], utilizando sin duda distintos
materiales preparados a lo largo de la misma por distintas razones. De hecho,
parece que los Hermanos tuvieron que organizar la impresión a partir de algunos
borradores y notas que el Santo dejó a su muerte y que, por tanto, nunca llegó
a ver publicados. Ello explicaría el estilo descuidado, con frases largas y a
veces no demasiado bien construidas[16].
Las MTR sólo pueden ser comprendidas a la luz de la
fascinante peripecia vital de este antiguo canónigo de Reims metido a fundador
de religiosos educadores. Estamos hablando de un hombre que, habiendo caminado
entre la niebla a lo largo de toda su vida, cuando ve que está cerca de su fin,
se para a pensar e intenta hacer un análisis de lo que ha vivido. Y lo que ve
es la mano amorosa de Dios que lo ha dirigido en cada momento sin que él fuera
consciente de ello. Ahora, en la perspectiva de los treinta años largos de
fundación, la permanente presencia de esa suave mano conductora le aparece con
una nitidez impresionante. Y comprende del todo lo que hasta ese momento no era
muchas veces sino un ejercicio de obediencia a la voluntad de Dios, confiado,
sí, aunque bastante confuso y, por momentos, hasta aparentemente
contradictorio. Ahora, con la ayuda del Espíritu, en la perspectiva de los
años, cae en la cuenta de la lectura que San Pablo hace de su ministerio y
comienza a comprender lo que le ha pasado también a él mismo: redescubre
impresionado la Historia de la Salvación y se encuentra de repente jugando un
importante papel en ella. Y así va entendiendo lo que pretendía Dios cuando,
por medio de su Espíritu, decidía tocar en Reims su joven corazón de sacerdote
primerizo para que comenzase a velar por unas cuantas escuelas medio
abandonadas por su primitivo promotor. Y así nacen estas meditaciones...
Las MTR
son, por tanto, la clave de comprensión de lo que SJBS ha vivido a lo largo de
toda su vida. Con ellas pretende evitar a los Hermanos las largas noches de
oración solitaria para comprender la voluntad de Dios; la angustia de la duda
profunda, cuando las persecuciones de los maestros calígrafos y las condenas de
los jueces hacían que se tambalearan sus más queridas fundaciones, o sembraban
en el alma del Santo la insistente pregunta de si no estaría del todo equivocado;
las continuas penurias e incomprensiones que llevar la contraria a familiares,
párrocos y obispos había traído a su vida; el desprecio y la miseria que una
vida de maestro laico de escuelas para pobres suponía con frecuencia para sus
Hermanos en los ambientes eclesiásticos y sociales más cultivados, etc. SJBS
quería ahorrar, en lo posible, todas estas amarguras a sus Hermanos
convenciéndoles de algo fundamental. Por eso, hablándoles directamente al
corazón, les dice: es Dios mismo quien os ha invitado a esta vida[17]; sois unos importantísimos instrumentos
de su plan de amor a todos los hombres[18];
si hacéis lo que Él os pide con responsabilidad y confianza, os aguarda un gran
premio[19]; nada de pesimismo o de críticas,
"habéis de considerar vuestro empleo como una de las funciones más
importantes y necesarias en la Iglesia"[20];
"estad agradecidos a Dios por el gran don que os ha concedido al daros
parte, por vuestro empleo, en el ministerio de los santos Apóstoles y de los
principales obispos y pastores de la Iglesia"[21].
Se
trata, por tanto, de interpretar la labor educativa en clave de Historia de la
Salvación, viviendo el trabajo en la escuela como instrumentos de Dios -en
clara referencia ignaciana-, convirtiendo algo tan aparentemente poco sagrado,
y hasta laico del todo, como enseñar a leer y a escribir a los niños, en un
ministerio nacido directamente de la voluntad de Jesucristo: "En el empleo
que ejercéis sois los embajadores y ministros de Jesucristo; por consiguiente,
tenéis que desempeñarlo como representantes suyos. Jesucristo mismo es quien
desea que los alumnos os miren como le mirarían a Él; y que reciban vuestras
instrucciones como si Él en persona se las diera, persuadidos de que la verdad
de Jesucristo habla por vuestra boca, que sólo en su nombre les enseñáis, que
es Él quien os da autoridad sobre ellos, y que ellos mismos son la carta por Él
dictada, que escribís vosotros todos los días en sus corazones, no con tinta,
sino con el Espíritu del Dios vivo, que actúa en vosotros y por vosotros"[22].
2. Estructura
Hablamos
de un libro de meditaciones, es decir, de un conjunto de textos escritos para
suscitar la oración. No es por tanto un libro de teología, ni de homilías, ni
de reflexiones razonadas sobre un tema determinado. Siendo meditaciones, llama
la atención que no traten de suscitar la sensiblería, como era moda en el siglo
XVIII en escritos del estilo[23]. Son, en este sentido, más bien
exhortaciones, invitaciones a la oración meditada, que llevan siempre a
contemplar en la propia vida lo que de entrada se ha planteado de una manera
más teórica o abstracta.
En
total son dieciséis meditaciones o, mejor, ocho pares, "dos para cada día
del retiro, de modo que, si es necesario, una de ellas se pueda utilizar como
lectura pública o privada, o proporcione materia para la conferencia o
exhortación de la tarde"[24]. Así se explica que las dos
meditaciones que corresponden al mismo día tengan una cierta ligazón entre
ellas: traten el mismo tema y/o se completen mutuamente. Algunos autores dicen
que las primeras de cada día, las impares, son más doctrinales, mientras que
las pares parecen más prácticas, lo que no es siempre demasiado evidente. Todas
las meditaciones están escritas en segunda persona del plural -esto les da una cercanía particular al lector-,
y cada una de ellas está dividida en tres puntos. Cada punto se concluye
siempre con una exhortación -"si queréis que resulten provechosas las
lecciones que dais [...] es preciso que empecéis por practicarlas
vosotros"[25], "sed agradecidos a Dios"[26], "esmeraos [...] en trabajar con
celo y gusto"[27], etc.-. A veces a la exhortación
precede una o varias preguntas, dirigidas al análisis personal de la
experiencia vivida por el lector -"¿habéis instruido así hasta el presente
a vuestros discípulos?"[28],"¿habéis procedido así en lo
pasado?"[29], etc.-.
Los
ocho temas propuestos podrían dividirse en dos partes iguales. En la primera
iría la vocación del maestro cristiano bajo el punto de vista de Dios, de
Cristo, de los ángeles custodios y de la Iglesia. Y después otros cuatro temas
complementarios: el celo apostólico, las correcciones a los alumnos, el juicio
final y la recompensa del educador. Como se ve, todos son temas con el fuerte
sabor lasaliano del espíritu de fe y de celo...
Se han hecho algunas clasificaciones de todos estos temas,
intentando encontrar hilos ocultos que los entrelazan[30].
Desde luego, una clave de lectura evidente es la de la Historia de la Salvación[31]: las MTR comienzan con la preocupación
del buen Dios por la incierta suerte de los hombres y se cierran con la inmensa
alegría del Reino. En medio se halla la intensa actividad de los educadores
cristianos, colaboradores de Dios que, entre luces y sombras, alegrías y penas,
con la ayuda del Espíritu, se afanan por que el plan amoroso de Dios vaya
alcanzando a todos los hombres. Se puede, de la misma manera, decir, que las
MTR están organizadas de una manera concéntrica[32],
es decir, que sus temas de fondo son siempre más o menos los mismos, pero están
enfocados desde puntos de vista distintos, de modo que toda la vida del
educador quede iluminada. Estos planteamientos de base permiten a SJBS tocar
algunos temas que se solían tratar por aquel entonces durante los retiros, como
Dios, Jesucristo, la Iglesia, la salvación o el pecado; pero dejan fuera otros
que también son importantes para un educador o un Hermano, como la comunidad o
la obediencia. Son las consecuencias de una opción...
Estudiando las posibles fuentes de las MTR se han encontrado
algunas inspiraciones lejanas en autores espirituales de la época, como Giry,
Demia, Roland o Barré[33]. Pero las MTR son una obra muy
original, porque están fundamentalmente basadas en la peculiar experiencia,
vital y de fe, de SJBS y de sus primeros compañeros de fundación. En realidad,
el tema de las MTR no es otro que esta experiencia de los primeros tiempos
lasalianos, leída en su relación con Dios, con Jesucristo, con los alumnos, con
la Iglesia..., e interpretada en clave de Historia de la Salvación. Si acaso,
podría hablarse de San Pablo[34], más que como fuente literaria y
teológica del texto, como espejo en el que el Santo se mira para intentar
comprender, desde la fe, lo que ha sucedido en su vida. Esta sería una
explicación convincente para la permanente presencia de algunas cartas paulinas
a lo largo de todas las MTR, que es una de sus características más señaladas
por los expertos.
Pretender
resumir en una página el contenido de una obra que ha dado origen a voluminosas
tesis doctorales se me antoja una empresa llamada al fracaso de la simplificación
más falsificadora. Sobre todo si no se pueden apoyar las ideas propuestas con
algunos textos que las sustenten. Pero estas son las condiciones del trabajo
que hemos emprendido...
Resumiendo
el contenido que vamos a presentar en una frase significativa a los oídos
actuales, diremos que las MTR pretender dotar a los educadores cristianos de
una identidad consistente y clara, sólidamente basada en el plan de amor
salvador de Dios. He aquí las claves principales de esta identidad:
a) Dios interviene en la vida del educador cristiano.- Es,
tal vez, la afirmación fundamental[35].
"Es Dios tan bueno que, una vez creados por Él los hombres, desea que
todos lleguen al conocimiento de la verdad"[36]
y se salven. Por este motivo, Dios elige, llama y envía[37]
a algunas personas que le ayudarán en esta tarea. Estas personas son
denominadas "embajadores y ministros de Jesucristo"[38], título que no debía de sonar nada bien
en los oídos de sus contemporáneos, que más bien despreciaban la labor escolar[39]. En otro momento se equipara la labor
de los educadores cristianos con la de los ángeles custodios de los niños[40].
b) A partir de la situación de los niños y de sus familias.-
SJBS describe en las MTR la situación de abandono en la que se hallaban los
niños en aquella época[41]. Y es que el ministerio de la educación
cristiana sólo puede llevarse a cabo abriendo bien los ojos a la realidad de
los jóvenes y poniéndose en disposición de colaborar con sus padres en la
delicada tarea de educarlos. De hecho, es esta percepción de la situación de
las familias y de las necesidades educativas de los niños y de los jóvenes la
que se halla a la base de la fundación de los Hermanos de las Escuelas
Cristianas[42].
c) La hermosa tarea de educar.- SJBS muestra en las MTR una
alta estima por la labor del educador cristiano, cuyo trabajo compara con el de
los apóstoles, y los padres de la Iglesia[43].
Las MTR no son, ni mucho menos, una guía pedagógica, como algunos otros libros
del Santo. Sin embargo, hacen frecuente alusión a la experiencia educativa, al
actuar concreto del maestro en la escuela, siempre en términos de trascendencia
y responsabilidad. Algunas labores escolares a las que se alude en las MTR
podrían ser, por ejemplo: la vigilancia[44],
adaptarse a la situación del niño y adecuar a ella el lenguaje (que debe ser
comprensible para los niños)[45], los ejemplos y las expectativas[46], desarrollar una enseñanza no solamente
teórica, sino sobre todo práctica[47], cultivar el arte de la corrección y el
castigo[48], promover una vida evangélica
practicada[49], etc. Todo esto lo resume SJBS en el
título de "cooperadores de Jesucristo"[50],
que toma de San Pablo y aplica a los educadores cristianos. Porque, dice De La
Salle, "vosotros sois los elegidos por Dios para ayudarle en su tarea"[51].
d) El trabajo del maestro cristiano es un auténtico
ministerio.- La labor educativa, si se realiza en las condiciones adecuadas, es
tan importante que llega a ser un auténtico ministerio eclesial. Un ministerio
laico, cuyo origen no es otro que el bautismo[52],
pero extraordinariamente importante. La palabra "ministerio" aparece
con inusitada frecuencia a lo largo de las MTR[53],
lo que no dejaría demasiado contentos a sus contemporáneos, que sólo
consideraban como aquellos que se derivaban del sacramento
del orden sacerdotal. Detrás de esta concepción lasaliana se esconde una
reivindicación teológica revolucionaria para la época: el trabajo educativo,
ejercido con competencia, por supuesto, pero entendido a partir de la fe,
planteado conscientemente desde una fuerte inquietud misionera, promueve
eficazmente el Reino de Dios[54]. Y es que Dios también habita en el
corazón más aparentemente laico de la ciudad...
e) Al servicio de la Iglesia.- Como ya hemos visto, SJBS
repite insistentemente a los educadores cristianos que su actividad es un
ministerio: están al servicio de la Iglesia. Más en concreto, lo que ellos
hacen es "echar los cimientos del edificio de la Iglesia"[55] –idea paulina muy querida al Santo-.
Por lo tanto, deben realizarlo bajo la acción del Espíritu Santo[56] y siendo fieles a la predicación de los
apóstoles[57]. El educador cristiano considerará a
los niños que le están encomendados piedras vivas que "forman parte de la
estructura del edificio"[58] de la Iglesia. De ahí el gran desvelo
por la salvación de los niños a su cuidado que el educador cristiano ha de
mostrar[59].
4. Actualidad
Las MTR
nacieron en un momento preciso de la historia y, por tanto, bastantes de las
concepciones -teológicas, antropológicas o pedagógicas- que subyacen al texto,
y que incluso se exhiben sin pudor en él, chocan con nuestra manera
contemporánea de concebir esos mismos asuntos. Por ejemplo, "su criterio
respecto de la , la manera como el autor habla de
la salvación de las almas, su visión de los ángeles y los demonios; su concepto
del niño; sus ideas sobre la corrección; su teología de la redención; la
oposición que establece entre verdades especulativas y verdades prácticas,
etc."[60].
Sin
embargo, si el cofre de las MTR se ha deteriorado bastante con el paso de los
siglos, su tesoro interior, elaborado a base de metales preciosos, inalterables
a la acción del tiempo y la intemperie, continúa incólume, rebosante de la
misma riqueza inicial. Llama, por ejemplo, la atención la teología de la
Iglesia de las MTR, tan cercana a la que el Concilio Vaticano II desplegó la Lumen
Gentium, con su visión de los carismas y los ministerios en la misión de la
Iglesia, o su comprensión de la Historia de la Salvación. Pero, puesto que en
este trabajo hemos presentado las MTR desde el punto de vista de la
espiritualidad del educador cristiano, nos limitaremos a señalar actualidad del
contenido de las MTR sólo desde ese punto de vista.
Y es que, también en este campo, las MTR son de plena
actualidad. Porque el educador cristiano seguirá descubriendo aún hoy en ellas
una invitación a contemplar su trabajo como parte fundamental del plan de amor
salvador de Dios. Se descubrirá elegido, llamado y enviado a una tarea en la
Iglesia y el mundo, tan necesaria e importante que puede ser comparada con la
de los apóstoles y los padres de la Iglesia. Podrá leer y aplicarse con orgullo
los "títulos de dignidad"[61]
del maestro[62] cristiano: apóstol[63],
lugarteniente de Dios[64], embajador y ministro de Jesucristo[65], cooperador de Jesucristo[66], pluma o amanuense del Espíritu Santo[67], ángel custodio visible[68], padre sobrenatural o espiritual[69], edificador de la Iglesia[70]... Porque, en opinión de SJBS, "el
maestro desempeña un empleo honroso y elevado a los ojos de Dios, que le
permite realizar una auténtica "[71].
El educador cristiano caerá poco a poco en la cuenta, según vaya leyendo las
MTR, de la enorme riqueza que su vocación laica atesora, incluso desde el punto
de vista meramente cristiano, hasta el punto de ser considerada un ministerio
eclesial. Se sentirá llamado a la responsabilidad y al respeto. Comenzará a
contemplar cómo poco a poco, ya desde ahora mismo, el plan de Dios se va
desplegando en la historia, hasta la gran fiesta definitiva del triunfo total
de Dios. Y, para ello, la labor de los educadores cristianos, a veces tan poco
valorada por la sociedad, sigue siendo fundamental. Las MTR son, en definitiva,
un gran canto a la dignidad de la labor educativa en la Iglesia. No es extraño
que un autor considere que "acaso una de las más brillantes revelaciones
de la grandeza de la vocación de educador [...] se encuentra en las MTR de
SJBS"[72].
Para
nosotros, Hermanos de las Escuelas Cristianas, además de sernos aplicable todo
lo anterior, las MTR tienen el regusto particular de las cosas de casa, el eco de
las alegrías y penas de los primeros tiempos, del entusiasmo apostólico y
espiritual de nuestros predecesores. Son una invitación a celebrar las
maravillas que el Espíritu de Dios ha hecho y sigue haciendo a través de la
fidelidad de tantos Hermanos, empezando por el primero, SJBS. Son memoria del
pasado, compromiso para el presente y esperanza de que, también en el futuro,
Dios no abandona su obra. Son invitación a vivir nuestra vida consagrada como
una aventura en la que Dios es el principal protagonista. Él nos elige, nos
llama y nos envía a una misión, en la que nos hace instrumentos cercanos de su
amor, nos llena de bendiciones y nos salva. "En cuánta gloria redundará,
para las personas que hayan catequizado a la juventud, la proclamación ante
todos los hombres del celo que desplegaron y la diligencia que pusieron en
procurar la salvación de los niños, y cuando en todo el paraíso resuenen las
aclamaciones de gratitud que tantos bienaventurados pequeñuelos tributen a
quienes les enseñaron el camino de la eterna salvación"[73]. Amén.
BIBLIOGRAFÍA[74]
CAMPOS, Miguel, Meditaciones para los días de retiro
(Presentación y traducción de la edición príncipe), Ed. Bruño, Madrid 1978.
GALLEGO, Saturnino, San Juan Bautista De La Salle -Tomo II:
Escritos, Ed. B.A.C., Madrid 1986.
GALLEGO Saturnino, Teología de la educación en San Juan
Bautista De La Salle (tesis doctoral), Ed. Bruño, Madrid 1958.
HERMANOS DE LAS ESCUELAS CRISTIANAS, Regla de 1987.
HERMANS Alphonse – SAUVAGE Michel, Jean-Baptiste De La Salle,
en AA. VV., Dictionnaire de Spiritualité Volume VIII, Beauchesne, Paris 1974,
802-822.
HOURY, Alain – RAHARILALAO, Hilaire, La teología del
ministerio en las "Meditaciones para el tiempo de retiro", en AA. VV.,
Temas Lasalianos Volumen 3, Hermanos de las Escuelas Cristianas, Roma 1998. 221-225.
MAREY, Patrice, Méditations pour le temps de la retraite. Notas
y apuntes multicopiados.
SCHNEIDER, Jean-Louis, Méditations pour le temps de la
retraite. Notas y apuntes multicopiados.
[1] GALLEGO, Saturnino, San
Juan Bautista De La Salle
- Tomo II: Escritos, Ed. B.A.C., Madrid 1986, p. 737.
[2] Perfectae Caritatis
2.
[3] Es la opinión del Hermano
Saturnino Gallego, gran conocedor de la obra del Santo. Se trataría del
"Explicación del método de oración mental" y las "Meditaciones
para los días de retiro". Cfr. GALLEGO, o.c., p. 7.
[4] Regla de los Hermanos
de las Escuelas Cristianas, 17.
[5] El título original –francés- del libro es "Méditations pour le temps
de la retraite". Ha sido traducido al español de tres maneras distintas,
todas ellas fieles y comprensibles: "Meditaciones para el tiempo de(l)
retiro", "Meditaciones para el retiro" y , la más reciente,
"Meditaciones para los días de retiro". Nosotros adoptamos esta
última por ser, a nuestro parecer, la que mejor refleja el objetivo para el que
estas meditaciones fueron escritas.
[6] HERMANS Alphonse – SAUVAGE Michel, Jean-Baptiste
De La Salle ,
en AA. VV., Dictionnaire de Spiritualité - Volume VIII, Beauchesne,
Paris 1974, p. 807.
[7] Citado por CAMPOS, Miguel,
Meditaciones para los días de retiro (Presentación y traducción de la
edición príncipe), Ed. Bruño, Madrid 1978, p. 16.
[8] MAREY Patrice, Notas y
apuntes multicopìados.
[9] CAMPOS, o.c., p. 68-69.
[10] Así lo sugiere MAREY,
basándose en un prestigioso historiador del Instituto. Cfr. MAREY, Notas y
apuntes multicopiados. GALLEGO propone la fecha de 1729, y razona cómo no puede
ser más tarde de 1731. Cfr. GALLEGO Saturnino, Teología de la educación en
San Juan Bautista De La Salle
(tesis doctoral), Ed. Bruño, Madrid 1958, p. 52. HOURY prefiere
1730, aunque no dice por qué. Cfr. HOURY, Alain –
RAHARILALAO, Hilaire, La teología del ministerio en las "Meditaciones
para el tiempo del retiro", en AA. VV., Temas Lasalianos - Volumen
3, Hermanos de las Escuelas Cristianas, Roma 1998, p. 227.
[11] En la primera página y en
las "Advertencias a la primera edición", que preceden al texto de las
MTR propiamente dicho. Cfr. CAMPOS, o.c., p. 81; p. 89.
[12] MTR, primera página. Cfr.
CAMPOS, o.c., p. 89.
[13] Ibidem.
[14] Dejo conscientemente de
lado los aspectos histórico y eclesial por falta de espacio para desarrollarlos
como es debido. Además, en la presentación que pretendemos realizar, esos
aspectos tienen una importancia muy secundaria.
[15] Estoy en esto de acuerdo
con el Hermano Miguel CAMPOS que, basándose en lo que se dice en la
"Advertencia a la primera edición" –colocado entre signos < >-
y en las investigaciones del Hermano Michel SAUVAGE, afirma que "La Salle compone sus
meditaciones hacia el final de su vida"
Cfr. CAMPOS, o.c., p. 25; y lo repite en p.38. En otro momento de su
presentación, este mismo autor dice que "las MTR son la expresión de un
hombre maduro; habla de lo que ha vivido "
CAMPOS, o.c., p.19-20. En esto es contrario al Hermano Saturnino GALLEGO
que, basándose en uno de los primeros biógrafos del Santo, sitúa su composición
en 1694. Cfr. GALLEGO, o.c.( tesis), p. 62. Pero, si así fuera,
quedándole a SJBS todavía veinticinco años de vida, ¿cómo explicar que nunca
llegase a dar a las MTR una redacción definitiva?
[16] Es la opinión del Hermano
Patrice MAREY. Cfr. Notas y apuntes multicopiados.
[17] MTR 1, 1
[18] MTR 1, 2-3; 2, 1.
[19] MTR 13-16.
[20] MTR 7, 1.
[21] MTR 7, 3.
[22] MTR 3, 2. Palabras
inspiradas en la segunda Carta de San Pablo a los Corintios, capítulos 3 y 5.
Texto muy parecido en MTR 9, 2.
[23] Los primeros editores del
texto, que son sin duda los Hermanos, también se extrañan de no encontrar en el
texto "aspiraciones, afectos ni resoluciones". Dicen que "el
autor obró así intencionadamente", y hablan de la como un libro en el que el Santo "enseña
clarísimamente a formar por sí mismos fácilmente y con fruto, aspiraciones,
resoluciones y afectos". Como si la ausencia de estos asuntos en el libro
necesitase una excusa... Todos los textos entrecomillados son de la
de las MTR. Cfr. CAMPOS, o.c., pp.81-85.
[24] MTR, "Advertencia a
la primera edición". Cfr. CAMPOS, o.c., p. 82.
[25] MTR 2, 3.
[26] MTR 7, 3.
[27] MTR 15, 1.
[28] MTR 6, 3.
[29] MTR 12, 2.
[30] Véase, por ejemplo, la
"construcción en quiasmo" que encuentra el Hermano Alain Houry en las
MTR, basándose en las investigaciones del Hermano Jean-Louis Schneider. Cfr. HOURY, o.c., p. 221.
[31] Cfr. SCHNEIDER,
Jean-Louis, Notas y apuntes multicopiados.
[32] El término lo propone el
Hermano Patrice. Cfr. MAREY, en sus Notas y apuntes multicopìados.
[33] Estos dos últimos fueron
directores -o consejeros- espirituales del Santo: el beato Nicolás Roland en
los momentos previos a la fundación de los Hermanos y el padre Nicolás Barré en
los primeros años de fundación. A su amistad con Roland se le deben atribuir,
sin duda, los primeros contactos de SJBS con el mundillo escolar, mientras que
de Barré el Santo se inspiró en su doctrina sobre la Providencia , que, por
ejemplo, le hizo entregar gran parte de su fortuna a los pobres, en lugar de
destinarla a apoyar las primeras obras lasalianas ya fundadas...
[34] Sería interesante
comparar las trayectorias vitales de Pablo y de SJBS: orígenes, conversión
radical, entusiasmo por la misión, dificultades en el interior de la Iglesia a causa de sus
posturas en apariencia poco ortodoxas, etc. Seguro que de esta manera quedarían
mucho más claras las razones de la fascinación que De La Salle sentía por el Apóstol
de los gentiles...
[35] Véase, a este respecto,
MTR 1-2 y 13-14.
[36] MTR 1, 1
[37] Véase el eco de esta
frase del Fundador en la actual Regla de los Hermanos de La Salle , 21.
[38] MTR 3, 1
[39] No hay más que recordar
en este sentido la reacción de la familia de SJBS cuando éste trajo a su casa a
los primeros maestros: uno a uno le fueron arrebatando a sus hermanos, llevados
por sus familiares espantados. El mismo Santo confiesa que, en un principio,
consideraba a los maestros inferiores a sus propios criados. Se podrían traer
también a colación los malos tratos sufridos por los propios Hermanos. Cfr.
GALLEGO, o.c.(tesis), p. 238, nota 39, con abundantes citas de los
primeros biógrafos.
[40] Cfr. MTR 5-6.
[41] Cfr. MTR 1-2.
[42] Lo dice con claridad la
actual Regla de los Hermanos, que también los invita a repetir permanentemente
este proceso de análisis de la realidad y respuesta creativa a las necesidades
así descubiertas. Cfr. Regla de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, 1;
11.
[43] Cfr. MTR 7, 1.
[44] MTR 14, 2; 2, 2; 11, 3; 5, 3; etc.
[45] "Acomodándoos a su
capacidad"; MTR 6, 1.
[46] MTR 8, 3; 5, 2; 6, 1-2;
10, 2.
[47] "El ejemplo produce
mucha mayor impresión que las palabras en las mentes y en los corazones. Y esto
es más de notar en los niños"; MTR 10, 3.
[48] MTR 11-12
[49] "Por mucha fe que
los niños tengan, y por viva que ésta sea, si no abrazan la práctica de las
buenas obras de nada les servirá la fe"; MTR 8, 3. Cfr. también MTR 5, 2.
[50] MTR 4, 2.
[51] MTR 1, 3. De La Salle se inspira en 1 Co 3,
9, que citará otra vez en MTR 12, 1. El capítulo tercero de la Primera Carta a los
Corintios es muy utilizado por SJBS a lo largo de todas sus MTR.
[52] ¡Cómo no recordar aquí la
doctrina del Vaticano II, repetida después hasta la saciedad por todos los
documentos posteriores referentes a la vida consagrada, de la consagración
religiosa como consagración nueva y especial, que hunde sus raíces en el
bautismo¡ Cfr., como ejemplo, LG 44; PC 1 y 5; VC 30 y 31; etc.
[53] Sin ánimo de ser
exhaustivos, proponemos algunos lugares de las MTR donde se encuentra el
término. Siempre en MTR: 1, 2; 1, 3; 4, 1; 8, 1; 9, 1; 15, 1; etc.
[54] Véase un eco de estas
ideas en la actual Regla de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, 12.
[55] MTR 7, 1, inspirándose en
1 Co 3,10. Idea ésta muy repetida en las MTR: 6, 3; 13, 3; etc.
[56] MTR 3, 3.
[57] MTR 8, 1, inspirándose en
Ef 2, 20.
[58] Ibídem.
[59] MTR 13.
[60] CAMPOS, o.c., p.
66-67. GALLEGO también tiene su visión sobre el asunto. Cfr. GALLEGO, o.c., (tomo II), pp.
54-57.
[61] Expresión original del
Hermano Saturnino. Cfr. GALLEGO; o.c.( tesis), pp. 169-185.
[62] En las mismas MTR también
se podría haber seguido la pista de los distintos "títulos de dignidad del
escolar", tal vez menos numerosos, pero desde luego no menos bellos...
[63] MTR 8, 1.
[64] MTR 4, 1
[65] MTR 3, 2
[66] MTR 4, 2
[67] MTR 9, 2
[68] MTR 5, 1.
[69] MTR 1, 2.
[70] MTR 7, 1
[71] GALLEGO, o.c.( tesis),
p. 170, con abundantes citas de otras meditaciones del Santo.
[72] Citado por GALLEGO, o.c.(
tesis), p. 169.
[73] MTR 16, 3.
[74] Resulta curioso que, sin
pretenderlo, todos los autores citados son Hermanos de las Escuelas Cristianas,
es decir, discípulos de San Juan Bautista De La Salle.
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