Precursores de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (4)
Ciertas
congregaciones religiosas nacidas en los siglos XVI y XVII se propusieron como
misión principal la escuela, o la educación de los niños. Las femeninas,
destinadas a educar solo a niñas, como era norma en aquella época, fueron muy
numerosas. Muchas de ellas surgieron a partir del modelo de las ursulinas, una
congregación italiana de principios del siglo XVI, introducida en Francia en
1592. Otras en su origen fueron comunidades
de maestras que, con el tiempo, fueron evolucionando hasta organizarse como una
congregación religiosa más o menos novedosa.
Entre
las instituciones masculinas habría que destacar a los escolapios, fundación
romana de un español, José de Calasanz, que pronto se extendió por España,
Alemania, Polonia... pero nunca por Francia; al menos antes del fallecimiento
de nuestro Santo Fundador.
Los
escolapios comenzaron dedicándose a los niños pobres, a quienes querían
proporcionar los ‘mejores maestros’. Sin embargo, propiamente hablando, los
escolapios no promovían escuelas populares, ya que su propuesta escolar se
prolongaba mucho en el tiempo: los cursos elementales más seis años, hasta
completar el ciclo de las humanidades. En el fondo, su carácter clerical
influía de forma evidente en la manera de concebir sus enseñanzas y centros
escolares.
Lo
lógico hubiera sido que la fundación de las Escuelas Pías apenas influyera en
el movimiento escolar francés en el que se inscribe el nacimiento de los
Hermanos de La Salle ,
bastante contemporáneo de los escolapios en su desarrollo y muy alejado en la geografía
para aquellos tiempos.
Con
todo, de justicia es señalar que, a pesar de que, por aquella época, los
escolapios no habían fundado en Francia, en un momento dado su obra atrajo el
interés de Juan Bautista De La Salle. Al
menos este así lo dejó nítidamente expresado en una carta enviada al Hermano
Gabriel Drolin, que cuando la recibió llevaba alrededor de año y medio en Roma.
En su misiva, más en concreto, De La
Salle aprovecha el presunto conocimiento de la Ciudad Eterna del Hermano Gabriel
para hacerle un encargo preciso: “Le ruego se informe
exactamente de qué es el Instituto de los padres de las Escuelas Pías: cuáles
son sus Reglas, cuál es su modo de vida y su gobierno; si se han propagado, si
tienen un General y cuáles son sus poderes; si son todos sacerdotes, si reciben
dinero. Averigüe cuanto pueda sobre ello y mándemelo con todos los pormenores
que pueda”[1]. Podríamos rastrear en
este parrafito varias inquietudes peculiares del Señor De La Salle ; porque, aparte de
ciertas cuestiones de rigor, como su regla, su estilo de vida o la forma de
gobernarse, de los escolapios le interesa conocer, sobre todo, dos cuestiones
muy precisas: si todos los escolapios son sacerdotes y si sus escuelas son
gratuitas. La laicalidad de los Hermanos de La Salle y la gratuidad de sus escuelas destacan
aquí, una vez más, entre las cuestiones que preocupan a Juan Bautista, aunque
sea de manera indirecta.
No sabemos si el Hermano Drolin se animó a realizar algunas
investigaciones en torno al asunto, pero podía haber respondido a su Superior
que los escolapios fueron fundados en Roma hacía algo más de un siglo, y que en
aquel momento dirigían allí tres establecimientos; dos de ellos para gente
noble o muy acomodada, y un tercero destinado a acoger a niños vagabundos, que
hoy llamaríamos ‘niños de la calle’. Lo que respondió en concreto el Hermano
Gabriel no lo conocemos, pero sí está confirmado, en cualquier caso, que algo
le debió de decir, porque en la siguiente carta del Señor De La Salle al Hermano Gabriel
vuelve a aparecer el tema, aunque sea de manera muy concisa: “Ha hecho bien estableciéndose en un barrio
alejado de las Escuelas Pías”[2].
Sin duda De La Salle
intentaba evitar conflictos de intereses y competencias insanas que pudieran
entorpecer la ya de por sí delicada instalación de su Instituto en Roma.
En
cualquier caso, por lo que toca a nuestro argumento, es difícil pensar que,
dadas las fechas de las que hablamos y las circunstancias concretas en que
tiene lugar este contacto con las Escuelas Pías, la experiencia de los
escolapios tuviera alguna influencia, siquiera tangencial, en la obra
lasaliana.
Hermano Josean Villalabeitia
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