Precursores
de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (1)
Entre los
precursores de Juan Bautista De La
Salle y sus Hermanos, quizás los más remotos en el tiempo sean
los llamados “Hermanos de la Vida Común ”.
Esta orden religiosa nació en los Países Bajos mediado el siglo XIV, y se
extendió bastante durante un par de siglos, sobre todo por Bélgica y Holanda. Uno
de sus miembros más conocidos fue Tomás de Kempis, autor del libro de la Imitación de Cristo, tan leído en medios cristianos —también en comunidades religiosas— hasta hace bien poco.
Como el propio
nombre de su institución sugiere, los Hermanos de la
Vida Común vivían juntos, aunque no
profesasen ningún voto. Se dedicaban a la oración y a la meditación, y llegaron
a tener una espléndida reputación como copiadores de manuscritos y, más
adelante, como impresores. Pero su vocación esencial era la enseñanza; primero
de niños y, más adelante, también de jóvenes. Su programa de estudios primarios
saltó los muros de sus comunidades para extenderse con largueza por las
regiones donde estaban implantados. Constaba de lectura, escritura, algo de
cálculo y todo cuanto fuera útil para el trabajo posterior de los chicos en la
sociedad.
Dos detalles
importantes, sobre todo, de los planteamientos de los Hermanos de la
Vida Común los acercan a las experiencias
que más tarde desarrollarían en profundidad los Hermanos de La Salle. Por un lado, en su
enseñanza, los Hermanos de la Vida Común
empleaban la lengua materna de sus alumnos y, por otro, sus lecciones eran
siempre gratuitas. Además, animaban sus actividades desde una comunidad sólida,
que consideraban como algo fundamental en su vida y en su trabajo apostólico.
Aunque se sabe
de algún antiguo colegio francés que se inspiró en la experiencia de los
Hermanos de la Vida Común
para remozar sus estatutos y comenzar a funcionar de manera más moderna, la
influencia directa de estos Hermanos neerlandeses en Francia, y en particular
en los discípulos del Señor De La
Salle , tuvo que ser muy limitada, porque jamás tuvieron
comunidad en suelo francés. Pero uno nunca sabe cómo cobran cuerpo estas
cuestiones…
Hermano Josean Villalabeitia
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