El calendario de 2018 del Instituto de los Hermanos de las Escuelas
Cristianas tiene señalada una cita especial. La Comisión de Teólogos, nombrada
por la Congregación para las Causas de los Santos, examinará detenidamente en
Roma, el próximo 15 de noviembre, la Positio (documento oficial que recoge la
trayectoria personal de un candidato a la beatificación) de un Hermano de La
Salle. Se trata de Augustin Arnaud (1885-1966) conocido como Hermano Victorino, que ejerció su apostolado en Cuba y Puerto Rico. No es frecuente
que se produzca un acontecimiento de esa índole, y toda la familia lasaliana, en unión de oraciones, estará presente durante las reuniones que tendrán lugar
en Roma.
Nuestro Hermano Victorino había nacido en Francia y llegó a Cuba en 1905,
formando parte de una comunidad de Hermanos que se establecería en la nueva
República de Cuba fundada tres años antes. La labor realizada en esos primeros
años fue muy eficaz para restablecer el acercamiento de los fieles y sus
familias a la Iglesia, mediante la fundación de colegios católicos que ofrecían
una educación más moderna, lejos de los cánones de la Metrópoli, mientras
impartían valores cristianos en el curso de una nueva evangelización.
El acertado criterio del Hermano Victorino le hizo ver que hacía falta algo
más que las asociaciones o grupos, que se formaron entonces en torno a los
colegios católicos, para mantener la vigencia de la fe y la práctica de la
religión. Era necesario -pensaba- organizar un movimiento diferente, innovador,
comprometido y valiente. Así surgió, en 1928, la Federación de la Juventud
Católica Cubana, una asociación nacional organizada a través de grupos y
coordinada a nivel diocesano, que mantenía y desarrollaba su apostolado como el
objetivo de todos los católicos comprometidos con la labor de Iglesia. Los
denominados federados recibían una formación que se actualizaba de forma
permanente a través de cursos, seminarios y encuentros periódicos, con el apoyo
explícito del Episcopado cubano.
El diseño de ese movimiento laico de hombres y mujeres fue abarcando
progresivamente en las diferentes ciudades y poblaciones de Cuba a los
estudiantes, universitarios, obreros, fieles de las Parroquias y matrimonios,
siguiendo las pautas del Hermano Victorino, quien se adelantó varias décadas en
promover el protagonismo que tienen ahora los laicos en la vida de la Iglesia
con el impulso del Concilio Vaticano II. Estadísticas publicadas en la IV
Semana Internacional de la Acción Católica, celebrada en Montevideo (Uruguay)
en 1956, indican que en esa fecha la organización fundada por el Hermano
Victorino contaba con 1,080 grupos, formados por un total de 32,000 miembros.
El Hermano Victorino había recibido una especial gracia de
Dios: el peculiar carisma que le acompañó siempre. Su liderazgo participativo,
esa manera de expresarse de forma reflexiva y convincente desde el testimonio
de su propia vida, sigue siendo un modelo para todos. Su ejemplo sembró
numerosas vocaciones sacerdotales y religiosas entre los jóvenes cubanos.
Tras su fallecimiento, muchas personas que le habían conocido y participado
en su labor de apostolado recopilaron datos y testimonios sobre su vida
ejemplar. Así, un número importante de católicos consideraba que existían
evidencias suficientes para iniciar el reconocimiento de su santidad. El
Cardenal de Puerto Rico Mons. Luis Aponte Martínez, respaldó esas peticiones y
el 30 de marzo de 1999 dictó el Decreto de Introducción de la Causa de
Beatificación del ya considerado Siervo de Dios Hermano Victorino, de La Salle.
El Superior General del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas
designó a Rodolfo Meoli fsc, para el seguimiento de ese tema desde la Casa
Generalicia en Roma. A su vez, las autoridades de la Santa Sede nombraron a Fr.
Vincenzo Criscuolo, capuchino, Relator de la Causa de Beatificación, quien
concluyó el 17 de noviembre de 2015 la redacción de la Positio (590 páginas)
documento oficial que incluye además de los testimonios de los testigos que
conocieron al Hermano Victorino, los principales aspectos de su vida y virtudes
junto a sus escritos. Ese texto será examinado por la citada Comisión de
Teólogos, designada por la Congregación para las Causas de los Santos, en la
reunión convocada en Roma el 15 de noviembre de 2018.
Pedimos a toda la familia lasallista que, en unión de oraciones, acompañe
este proceso, invitándoles a conocer la vida y obra del Siervo de Dios Hermano
Victorino.
Oración
Señor Dios, que has prometido ensalzar a los humildes y
que brillaran como estrellas en perpetuas eternidades los que enseñaren a
muchos la justicia, dígnate glorificar a tu siervo Hermano Victorino De La
Salle, trabajador incansable en la parcela de la niñez y de la juventud,
haciendo que su nombre resplandezca entre tus santos.
Multiplíquense tus gracias, Señor, en favor de los fieles
que te las piden, haciendo presente las virtudes que él practicó en la Tierra,
y concédenos que algún día veamos a tu Santa Iglesia honrar su memoria y
ofrecernos en él un nuevo modelo que imitar, y un nuevo protector que nos
asista desde el cielo, en los trabajos y aflicciones de esta vida,
ayudándonos a conseguir la bienaventuranza eterna.
Padre Nuestro, Ave
María y Gloria.
Se ruega a
quienes obtengan favores o gracias
por intercesión del Siervo de Dios Hermano Victorino, que lo
comuniquen en un mensaje dirigido al Postulador de la Causa de Beatificación, Hermano
Rodolfo Meoli (
rmeoli@lasalle.org) o al Vice
Postulador de la Causa de Beatificación, Hermano Pedro Acevedo (
pedrofacevedo@yahoo.es). O también pueden
comunicarse directamente a la dirección
victorino@saintly.com
¡Mil gracias!